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Cuando hables en público, acuérdate de las escalas musicales

Durante los últimos años he colaborado con la Escuela Europea de Negocios (EEN) en sus Máster de Comunicación Corporativa con las clases Comunicación Oral. Una pena que el máster no siga porque fue un verdadero placer y disfruté mucho trabajando con los alumnos. Este artículo se publicó en Diciembre del 2013 en el blog de la escuela, y aquí está tal cual se publicó.

 

Ya sabes que hay una serie de reglas fundamentales en la vida: levanta la mano derecha cuando te atragantes y nunca te bañes antes de que pasen 20 minutos después de comer. Nos encanta fijar normas (y aprenderlas) que nos simplifiquen el proceso de aprender y de manejarnos en determinados momentos. Son algo así como la comida rápida del aprendizaje. No te equivocarás si las sigues, pero a veces no está muy claro el beneficio.

En cada ámbito de la vida hay un montón de estas normas y, cómo no podía ser de otra forma, hay muchísimas en el mundo de hablar en público: que si no des la espalda a la audiencia, que si te pones nervioso coge un boli, empieza tu charla con un chiste o una pregunta, vamos, un largo etcétera. Estas reglas son un poco como las leyendas, tienen algo de verdad pero no son verdades absolutas. De hecho, son más reglas de mínimos, reglas que sólo puedes (y debes) romper cuando, por decirlo de alguna manera, has subido de nivel.

Cuando aprendes música y aprendes escalas musicales te dicen que hay que ceñirse a ellas, que mientras toques sobre las escalas será más o menos bonito, pero no desafinarás. Sin embargo, sí que te avisan de que los grandes músicos consiguen salirse de los corsés de las escalas, no sólo no desafinando, sino creando cosas maravillosas. Por eso siempre es muy bueno ver cómo lo hacen los grandes de este mundo, los grandes oradores. Y sin, duda, uno de los mejores actualmente es Barack Obama.

No sé si es casualidad o de alguna forma precisamente por cómo lo maneja, pero parece que Obama no se libra de reventadores en sus eventos. No es raro el discurso que le revientan. Vamos a ver un par de ejemplos:

A partir del minuto 3:30, un grupo de reventadores empiezan a gritar consignas que le impiden seguir con su discurso. Claro, que si estuviera hablando a través de un plasma eso no pasaría, pero claro, Obama es así de alocado y le gusta más el cara a cara. Lo primero que hace es algo muy inusual en estos casos, aunque sí recomendable, que es escuchar a los reventadores. De hecho, va más allá y muestra atención, quiere saber lo que gritan y entenderlo. Alguien que airea sus opiniones ante el “líder del mundo libre” realmente tiene muchas ganas de decir lo que piensa, e impedirlo, probablemente sólo haga que lo quieran hacer de forma mucho más violenta.

Obama no sólo les escucha, sino que lo hace todo el rato con una sonrisa y demuestra que les está escuchando contestándoles. En ese momento, el mayor aliado de un orador frente a reventadores, el público, intenta rescatar al orador de ese momento tan violento abucheando e intentando acallar a los reventadores, pero Obama de hecho les calla pidiéndoles que no abucheen a los gritones.

Y ahí es dónde Obama tira de manual y, para disolver el mal rollo y la tensión que deja una situación así, hace un chiste. Utiliza el humor para cambiar y salir de ese pequeño bajón, quitar la tensión y volver a una energía positiva. Y ya, con la audiencia en el bolsillo, sigue con su discurso. Algo parecido ha vuelto a hacer recientemente en este otro discurso.

En este caso va un paso más allá. No sólo no escucha al reventador sino que entra en un pequeño diálogo con él e, incluso, da la espalda a la cámara y al gran público al que está hablando. En un momento, incluso, para a lo que es el último recurso de un orador en una situación así, la seguridad, e impide que desalojen al reventador y a sus acompañantes. Esto claro, da una sensación de seguridad terrible y hace que el público esté totalmente entregado. Otra vez, contesta a los reventadores y les asegura que les ha escuchado, y es más, en seguida une (o si me permitís, puentea) lo que le pedían los reventadores con lo que él quería decir y lo utiliza para soportar sus propias ideas.

Esto es muy potente, y otra vez consigue desactivar una situación complicada y negativa, saliendo airoso y metiéndose la audiencia en el bolsillo. En ambos casos, las respuestas de manual incluyen aprovechar que tú normalmente tienes el micro para seguir hablando y no se oigan las protestas (sobre todo si es un evento televisado), utilizar a la audiencia para acallar a los reventadores o, muy normal también por aquí, hacer que la seguridad del evento desaloje lo antes posible a los que están creando los problemas.

Cómo dijimos antes, Obama es más que capaz de salirse de las escalas y sin desafinar. Aquí os dejo otro vídeo de lo que pasa cuando alguien se sale de la escala sin saberlo hacer muy bien (a pesar de ser un profesional), y es que no todo el mundo es capaz de improvisar…

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