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La oratoria en el mundo académico

De vez en cuando, en alguno de los talleres de oratoria que organizo se me cuela algún «académico» (bueno, en realidad, en los últimos, la audiencia era principalmente académica). Los «académicos» son una audiencia difícil para este tipo de talleres porque están convencidos de que existe una manera académica de hablar en público, y que esta manera académica de hacerlo es muy diferente de la que usamos (o más bien intentamos usar) el resto de los mortales. Esa otra oratoria, es de bajo nivel intelectual, es una oratoria para vender.

Y lo mejor (y lo digo sin ningún retintín) es que son muy abiertos en cuanto a su opinión sobre el tema. Siempre que me ha pasado esto, tanto en directo como en los formularios posteriores de opinión, me lo han dejado muy claro. Todo esto que nos cuentas sobre la oratoria está muy bien, pero eso es para los que venden, nosotros eso no lo hacemos.

Y en esto hago un pequeño paréntesis para reconocer mi culpa. No porque crea que tienen razón, sino porque me he estado saltando una de las reglas más importantes de hablar en público. Tu charla debe empezar de tu audiencia. La charla debe ser pensada para y por esa audiencia concreta, no debe haber charlas que valen para todo el mundo. Y efectivamente, yo no preparé específicamente mi taller para una audiencia «académica».

En todo caso, como hace tiempo que dejé la universidad y quiero pensar que la forma que tenían de enseñarnos no entra dentro del concepto de «presentación de tipo académico», he decidido hacer un poco de investigación y verme unos cuantos vídeos de charlas «académicas» para intentar entender qué las hace tan especiales. Y voy a compartir con vosotros el resultado de mi investigación.

La gran primera conclusión a la que he llegado es que hay dos tipos de «presentaciones académicas», las que usan Powerpoint, y las que no

Entre las que no, independientemente de si el orador está detrás de un atril o sentado, nunca de pie cerca del público, hay siempre un mínimo común denominador, el ponente siempre lee. Hace poco, vi un vídeo resumen de la presentación de SIELE, el Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española. Entre los ponentes estaban el Rector de la Universidad de Salamanca, el de la Universidad Nacional Autónoma de México y el director del Instituto Cervantes (por cierto, Cesar Alierta también estaba). Y efectivamente, todos leyeron. Aquí tenéis el vídeo:

Alguno diréis, bueno, eso no es una presentación académica… Tres rectores, hablando de educación… Pero vale, pensemos que no lo es. Vamos a buscar algo más académico, ¿qué tal un congreso médico? ¿Y qué tal con un doctor del Hospital Universitario de Harvard?

Bueno, parece que aunque utiliza Powerpoint, sigue mayormente leyendo la presentación. Alguno diréis, bueno es que no está utilizando su lengua nativa… Bueno, pues vamos a ver otro.

La verdad es que es difícil asegurar al 100% que lee por un motivo simple, no se ve al ponente. La sala está a oscuras, pero esto es bastante habitual en presentaciones académicas. Otro ejemplo.

Seguro que es exagerado coger estas presentaciones como regla general para las presentaciones académicas, pero si quisiéramos sacar algunas normas de lo que parecen «buenas prácticas» en este tipo de presentaciones, quizá estas serían alguna de ellas:

-Leer está bien. Da igual que sea de un montón de folios o de la pantalla, leer es académico. Lo cual nos lleva al segundo punto…

-Evitar en lo posible hacer contacto visual con tu audiencia. Leer te ayudará a conseguirlo, pero si además quieres hacerlo totalmente imposible, pide que bajen las luces para que no se te vea, porque claro, el ponente no es lo importante, lo importante son las diapositivas.

-La gente no ha venido a ver diapositivas bonitas, utilizad los formatos por defecto de Powerpoint, el más feo posible con la peor combinación de colores y fuentes.

-Poner emoción en lo que cuentas es de vendedores. Las audiencias científicas están preparadas para largas presentaciones con un tono de voz monótono que además quieran cubrir demasiadas cosas.

Bueno, espero que ya se haya entendido lo que quiero decir a pesar de la (burda) ironía. Lo curioso, es que aunque los académicos no lo sepan, estas presentaciones no son tan diferentes de las que se pueden ver en esas otras presentaciones «de vender».

Así que creo que puedo decir sin temor a equivocarme que efectivamente hay dos tipos de presentaciones, y no las académicas y las de «vender», sino las buenas y las malas.

Es obvio que hay que adaptarse a la audiencia, sea un público «académico» o «de vender», pero las reglas básicas deberían ser las mismas para todos, ya que independientemente de que quieras vender o comunicar los resultados de tu investigación, tu principal objetivo cuando te pones delante de una audiencia es transmitir tus ideas de forma eficaz.

@resbla

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