@resbla

Página personal de Roberto Espinosa Blanco

blogemprendimiento

La paciencia, el slow mentoring, y el Meru

Voy a aprovechar para traerme este artículo que se publicó hace un mes en el interesantísimo blog Mentoring Spain de Julio Rodríguez. Lo publico tal y como se publicó allí.

 

Llevo tiempo queriendo escribir sobre una película que ya vi hace unos meses pero que no he sido capaz de encontrar el tiempo para hacerlo, así que agradezco doblemente la invitación para escribir aquí. La película se llama “Meru”, y es un documental sobre los intentos de un grupo de alpinistas por alcanzar la cima de esa montaña del Himalaya.

Es un documental espectacular para los amantes de la montaña, pero aún muy entretenida para los que no los somos, y como interés adicional desde la temática de este blog, la relación entre mentor y protegido tiene un peso específico importante en la historia.

Una de las primeras cosas que me llamó la atención en la película es la cantidad de veces que se utiliza la palabra mentor. Voy a intentar resumir algunas de las lecciones que nos da la película en este tema, y aunque obviamente son muy específicas para el mundo del alpinismo, creo que son muy trasplantables al mundo de los negocios y sobre todo al mundo del emprendimiento.

Creo que la primera es que un proceso de mentoría es una relación, si bien no simbiótica, sí que es de doble dirección. Por varios motivos y de diferentes formas. La primera en cuanto hay unos riesgos compartidos entre las dos partes. El protegido (a pesar de que solemos utilizar palabras anglosajonas en este tema, voy a romper una lanza por nuestras palabras tradicionales), corre riesgos al compartir sus ideas, invertir tiempo, y a veces incluso riesgos emocionales, pero el mentor también. Por no hablar del tiempo, el mentor está poniendo en juego su prestigio profesional y su red de contactos. Lo vemos también en el documental, en el que además de todo esto, en realidad ponen en juego su propia vida.

Esto nos habla de una segunda forma en la que la relación de mentoría funciona en doble dirección, y es que ambas partes deben tener confianza en la otra. Esa confianza debe nacer de un objetivo común, por eso es importante que la razón de mentoría nazca con objetivos expresos y acordados entre las dos partes. En la película, el objetivo está claro, llegar a la cima del Meru, pero esa claridad no pasa muchas veces en las relaciones de mentoría, lo cual puede generar tensiones o malentendidos en algunos casos.

Por otra parte, el mentor normalmente ya ha estado allí. Esto le pone en una posición muy buena para empujar a su protegido a ir más allá. A empujar los límites e ir a sitios dónde seguramente no se hubiera atrevido a ir. Pero de la misma forma, también limitará los riesgos. Esto se ve muy bien en la película, cuando después de una primera escalada terrible al Meru y a escasos metros de la cima, el líder del equipo y mentor de los miembros más jóvenes, decide dar la vuelta al hacer un análisis frío de los riesgos.

Y finalmente, algo que también ilustra de forma espectacular la película, está el momento en el que el mentor deja liderar y llevarse los honores al protegido. En el segundo intento, después de muchísimas vicisitudes, el líder y mentor del equipo deja que uno de sus protegidos corone primero el Meru con lo que eso significa. Es muy difícil que alguien con un gran ego que alimentar sea un buen mentor.

Y de propina, recientemente se ha publicado este artículo en HBR títulado “Renaissance Florence Was a Better Model for Innovation than Silicon Valley Is” en el que tiene un párrafo específicamente dedicado al papel de los mentores. Y es que efectivamente, aunque se habla mucho de mentores en el actual escenario emprendedor, tengo la sensación que hay una gran parte de postureo. Por decirlo de otra forma, es más a veces un objetivo que una herramienta, tanto para mentores como para protegidos. El artículo nos recuerda lo importante que fue para Leonardo Da Vinci su periodo como protegido de Verriocchio.

En mi experiencia como mentor, y también como protegido, he podido vivir de primera mano situaciones similares que reflejaban lo escrito arriba. Pero en retrospectiva, creo que hay algo que menciona el artículo de HBR y que seguramente ha estado presente en los mejores ejemplos que he vivido, y algo de lo que andamos muy escasos en este tiempo moderno, la paciencia. La paciencia de saber que las cosas tienen que fraguar, que algunos procesos llevan su tiempo y que la persona que tenemos en frente no siempre hace lo que queremos, seguramente además con buenas razones.

Sé que pedir paciencia en estos tiempos y más en un entorno tan cortoplacista como el del emprendimiento es casi un oxímoron. Pero sin duda, haríamos bien en buscar formatos de mentoría que permitan que esa paciencia exista. Quizá, y como he evitado los anglicismos como la peste puedo permitirme la licencia ahora, sea el momento del “slow mentoring”. Volviendo al Meru, la relación principal que describe la película fue de 10 años, imposible conseguir lo que consiguen en procesos acelerados de 6 meses.

@resbla

Comentarios bienvenidos!

A %d blogueros les gusta esto: