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Paradojas de la privacidad

Hoy vuelve el techno-bits a Capital Radio. Como siempre en el programa de Luis Vicente Muñoz, La Bolsa y la Vida, y lo podéis escuchar a partir del minuto 27.

La semana pasada ya hablamos una curiosa casualidad, la de un banco digital al que se le caen sus canales digitales, y el de un banco que quiere ser digital y cierra sucursales. Pero esta semana, volvemos a tener otra, y es que sin duda creo que vivimos una época muy proclive para ellas.

En este caso el tema alrededor de la que gira esta casualidad es el de la privacidad.

Por un lado, Whatsapp anunció por sorpresa (en realidad nos dimos todos cuenta cuando vimos el mensaje en la aplicación) la implementación en la última versión de su app una solución de encriptación avanzada que impide que nadie acceda a los mensajes de texto o de voz que no sean el origen o el final de la comunicación. Es decir, ningún tercero, ni siquiera el propio Whatsapp, es capaz de acceder a las comunicaciones.

Por supuesto que este movimiento de Whatsapp está muy relacionado con lo que ha ocurrido en el caso entre el FBI y Apple sobre el acceso a los datos del terrorista de San Bernardino que acabó con el FBI accediendo a la información con la ayuda de un tercero que desencriptó la información. Facebook, la propietaria de Whatsapp, se posicionó rápidamente del lado de Apple, y se posicionó como abanderado de la privacidad digital, lo cual en sí mismo es cuando mínimo irónico. Pero sin duda todo esto, ha generado un debate más público y más allá del mundo estrictamente de la industria digital.

Hace unos meses escribí en este mismo blog sobre la sensación que tenía en su momento, y de lo que ya estoy completamente seguro, algo que quise representar con el concepto del péndulo de la privacidad. Y es que después de unos años en los que la privacidad en el mundo digital era algo que nos preocupaba poco y que era algo que estábamos dispuestos a casi perder por disfrutar de ese nuevo mundo de Redes Sociales, las cosas están cambiando.

Y las señales empezaron a venir por parte de los que se suponía que no podían vivir sin ellas, los Millennials. Como no podía ser de otra forma, aprendieron de la generación anterior que no tener privacidad y tener tu vida expuesta en internet no era algo deseable, así que se pasaron a cosas como Snapchat y empezaron a protejer sus rastros digitales.

Snowden nos dejó claro hasta que punto éramos observados, y las continuas informaciones sobre hackeos, ciberterrorismo y hasta cyberbulling, han terminado de convertir este tema en algo de interés público, y parece claro, el público quiere más privacidad digital.

La casualidad viene de que al mismo tiempo que ocurría el anuncio de Whatsapp se publicaba la noticia sobre los «Papeles de Panamá». En esos papeles, se hacía público algo que no por conocido dejar de sorprender, que gente de mucho dinero intenta esconderlo de los ojos de las haciendas de sus países. Y es que en sitios como Panamá, se han montado sistemas legales que evitan a terceros ver lo que ocurre allí. Vamos, lo que hace Whatsapp pero ellos con dinero.

Y ahí está la paradoja, mientras que en el mundo digital queremos construir los muros y las persianas que no dejen ver a todos lo que ocurre, y lo queremos hacer a toda prisa porque cuando lo construimos no nos pareció importante, en el mundo real nos parece que tenemos demasiados muros y sitios donde el ojo público no puede mirar.

Como siempre, el péndulo volverá a bajar, pero lo más importante, el péndulo de la privacidad digital y de la «analógica» se acompasarán, porque al final, en definitiva, el concepto de privacidad, con sus protecciones y límites, debería ser uno. Mientras tanto, es probable que no en mucho tiempo veamos el equivalente de los Papeles de Panamá en el mundo digital.

@resbla

 

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