Google Maps es el nuevo San Cristóbal
Hace ya unos cuantos años, los salpicaderos de los coches eran muy diferentes a los de ahora. Dónde ahora hay pantallas digitales, antes había estampitas de San Cristóbal, el patrón de los conductores.
Supongo que a San Cristóbal se le piden milagros, y a los navegadores les pedimos cosas más terrenales, sin embargo, para mí, el otro día Google Maps obró el milagro. De eso trata el #techno-bits semanal en Capital Radio, y como siempre, con Luis Vicente Muñoz. Podéis escucharlo a partir del minuto 27:
Últimamente voy mucho por Levante, entre otras cosas, para trabajar con alguno de los proyectos del Instrumento PYME que tengo por allí. La verdad es que siendo mesetario de pura cepa, siempre me meto mucho con ellos cuando «hace frío», pero la verdad es que lo que cayó por allí la semana pasada fue bastante exagerado. Frío, agua, viento, y por supuesto, nieve.
De hecho, precisamente el jueves, que probablemente fue el peor día del temporal, salía yo de vuelta para Madrid desde Elche.
Yo ya he cogido la costumbre de cada vez que cojo el coche, poner el Google Maps para que me guíe aunque sepa perfectamente la ruta. Más de una vez me he salvado de un buen atasco, pero además, para viajes así, me da una buena estimación del tiempo al que llegaré a casa, cosa importante para sincronizar responsabilidades familiares.
Y es que la ruta desde Elche a Madrid es bastante sencilla. A-31 hasta Albacete, para luego enlazar con la A-3 y terminar en Madrid. Por eso, aunque puse el Google Maps empecé el camino de forma automática. Sólo cuando llevaba un par de kilómetros por la A-31 me dí cuenta de que Google Maps me recomendaba dar la vuelta para volver hasta Murcia para desde allí, ir hacia Madrid.
Bastantes más kilómetros, pero Google Maps me decía que tardaría tres horas menos por ese trayecto que por el que es más corto y directo. Al cabo de muy poco tiempo, no sé lo que diría Google Maps, pero por la radio empezaron a hablar de cientos de coches atrapados por la nieve en la A-31, sólo unos pocos kilómetros más allá de dónde yo me dí la vuelta por indicación de Google Maps.
Google Maps, y más concretamente Google Traffic, es un servicio que funciona gracias a la colaboración masiva (crowdsourcing) y desinteresada de los propios usuarios. Una colaboración que en la mayoría de los casos es involuntaria y que no todo el mundo es consciente de ello.
Simplemente por utilizar nuestro teléfono móvil estamos generando una importante cantidad de datos. Y los relevantes para Google Maps son los de nuestra posición, dirección y nuestra velocidad. Google agrega esos datos de posición, dirección y velocidad con la información de sus mapas, y cuando lo hace en grandes cantidades es capaz de tener una información muy precisa del estado del tráfico en una determinada ruta. Además, si lo junta con sistemas inteligentes, es capaz de recomendar rutas más rápidas no sólo por la capacidad de las vías o la distancia, sino también por el estado del tráfico.
Recientemente, con la compra de Waze, con unos servicios similares pero con una capa además social por el que los usuarios pueden subir incidencias, Google Maps también muestra este tipo de información en su aplicación, además de tener la información para sus cálculos de ruta. Me temo que lo único que no incorpora Google Maps es la predicción metereológica, quizá porque asuman que es mejor ver el impacto en los tiempos de viaje de los usuarios que en unas predicciones que pueden no cumplirse.
En definitiva, en Google Maps se concentran dos tecnologías de las que generan sudores fríos a los neoluditas, el crowdsourcing que no deja de ser una manifestación del Internet de las Cosas (IoT) y sobre todo, la inteligencia artificial. Las mismas tecnologías que se citan por muchos como las responsables de que vayan (y ya estén) a desaparecer muchos puestos de trabajo.
Y es cierto, de la misma forma que ya no existen academias de mecanografía porque es una profesión que desapareció, nos enfrentamos a tiempos inciertos para muchas profesiones. Sin embargo, también estamos viendo la otra cara de la moneda. Como tecnologías complicadísimas que no existían apenas unos años, están en la palma de nuestra mano y de una forma muy sencilla que cualquiera puede utilizar, ahorrándonos tiempo, e incluso haciendo nuestra vida mucho más segura.
En estos tiempos tan inciertos de futuros que se acercan a nosotros de forma acelerada, de una cosa sí que puedo estar seguro, y mientras los coches no conduzcan solos, no salgan a la carretera sin mirar antes Google Maps.
@resbla