Una fundación benéfica compra Taskrabbit
Estamos en tiempos complicados y muy monotemáticos que no nos dejan ver mucho más allá del monotema. Eso no evita que el mundo siga girando y ocurran cosas importantes, algunas que pueden tener un impacto mucho mayor del que parece a simple vista.
De una de esas noticias que personalmente creo que pueden significar un antes y un después hablamos en el #techno-bits semanal en Capital Radio, siempre con Luis Vicente Muñoz:
La noticia es que la fundación Ingka ha comprado Taskrabbit y no tengo dudas de que la relevancia de esta compra va más allá de la «empresa» resultante. Pero antes, veamos un poco más en detalle la operación en sí.
No todo el mundo sabe que la fundación benéfica Ingka es la propietaria de Ikea. Solo recientemente, después de artículos desvelando lo vergonzante de la situación como este de The Economist, Ingka ha empezado a actuar como una fundación benéfica real, pero antes de empezar a actuar como tal, aunque actualmente sigue con presupuestos benéficos bastante ridículos teniendo en cuenta que se valoran sus fondos en más de 12000 millones de euros (y sus propiedades en más de 30000 millones), su misión era la del «fomento y apoyo a la innovación en los campos de la arquitectura y diseño de interiores«.
En realidad, Ingka no es más que un entramado societario establecido en Holanda para minimizar los impuestos y maximizar los beneficios para el fundador y su familia. Además, la compleja estructura societaria la hace inmune a cualquier intento de compra hostil.
Para simplificar, hablaremos a partir de ahora de Ikea. Pues bien, como decíamos Ikea ha comprado Taskrabbit que es una empresa americana (con poco negocio fuera de EEUU) cuyo modelo de negocio es el de poner en contacto a personas que buscan servicios domésticos, con profesionales (o aficionados) independientes como cuidadores, jardineros, o manitas en general.
Taskrabbit fue una de las primeras plataformas (marketplace) de economía colaborativa coetánea de AirBnB, y uno de los ejemplos más citados. Sin embargo, quizá es todavía un mejor ejemplo de economía bajo demanda, algo de lo que ya hablé hace tiempo, y algo que para mí va más a allá de una discusión semántica.
Taskrabbit fue durante mucho tiempo el proveedor «informal» de servicios de montaje para los muebles de Ikea. La gente buscaba manitas en su plataforma para montar esos maravillosos rompecabezas que son los muebles de Ikea.
En algunos casos, Ikea llegó a hacer acuerdos puntuales de promoción de sus servicios, y ya se sabe que el roce hace el cariño, y ese cariño ha fructificado en esta adquisición. Taskrabbit se había ido alejando (como el resto de plataformas originalmente colaborativas) del espíritu colaborativo original, sus últimos movimientos, además de una tímida expansión internacional, había sido hacer la plataforma (con bastante éxito) más orientada hacia un marketplace de profesionales que hasta se había abierto a que fueran empresas las que también contrataran servicios temporales a través de ella. En otras palabras, algo que podríamos decir que había empezado siendo C2C, luego B2C, ahora ya era también B2B.
A Ikea no se le puede negar ser una empresa innovadora, y aunque no lo haga con la estridencia de otros, es capaz de hacerlo manteniendo su esencia. Sus nuevos conceptos de tienda, e incluso anteriormente, sus puntos de recogida de compra que fueron sin duda, uno de los primeros ejemplos de la omnicanalidad de la que tanto hablamos ahora.
Pero es que además, sus incursiones en el mundo de la «casa conectada» son cada vez más decididas. Su línea de iluminación inteligente es muy interesante y estoy seguro de que será su cabeza de playa para intentar posicionarse en este mercado. Y aunque de momento están siguiendo una estrategia de integración con Alexa (Amazon) o Google Home, no sería descabellado pensar que en algún momento sacarán su propio asistente digital.
En todo caso, más allá de esta derivada, creo que el movimiento de Ikea es principalmente para defenderse de un también más que probable asalto por parte de Amazon o Alibaba a su negocio. Si ahora de la mano de Ikea, Taskrabbit se convierte en la plataforma de referencia para el mundo de servicios domésticos (y recordad que aquí siempre funciona la regla de que sólo puede quedar uno), tendrá mucho ganado para defenderse frente a los monstruos de internet.
Cabe recordar de nuevo la poca expansión internacional de Taskrabbit hasta ahora, probablemente por las dificultades legales de expandir este modelo en muchos países. Con Ikea, esto puede hacerse mucho más fácil, porque aunque la competencia contra sectores tan metidos en la economía informal, si hay una venta cruzada con alguien tan potente como Ikea es probable que los gastos de formalizar esa economía se puedan de alguna forma enmascarar.
Si esto al final es así, esta compra marcará un antes y un después en la economía bajo demanda, y sin duda, va a significar nuevos retos para los legisladores de muchos países.
@resbla