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En MadCool ni rastro de fintech

En mi vida anterior como bloguero musical os podría contar muchas cosas sobre la última edición del MadCool. He visto a bandas que pensé que no vería nunca, a otras que pensé que nunca más volvería a ver, y a algunas que podría ser que haya sido la última vez que les hayamos visto en Europa. También os contaría que alguno de los conciertos de este fin de semana son de los que se recuerdan toda la vida.

Seguramente no os hablaría tanto de los problemas que ha tenido el festival. Parece que ha habido una campaña orquestada para ensañarse con la organización. Si uno lee los medios de comunicación parece que el MadCool fue un completo desastre. Uno que ha estado en decenas de festivales, grandes, pequeños, aquí y fuera, puede decir que el MadCool del 2018 no será un ejemplo en el que se mirarán otros festivales, hubo muchos fallos, pero algunos son muy habituales en festivales de este tamaño. Sin olvidar que no todos los problemas que sufrió el festival son achacables a su organización.

Dicho esto, de lo que sí que voy a hablaros es de tecnología en el festival, principalmente relacionada con el mundo fintech. Así que aquí os dejo el #techno-bits de esta semana en Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

 

La existencia y éxito del formato de macrofestival como el MadCool es un ejemplo de la situación de la industria de la música. La música en sí ya casi no genera beneficios, en cambio los conciertos y el merchandising sí. Además, el caché que manejan las grandes bandas y músicos, hace muy difícil que salga rentable un concierto para un promotor, en cambio, si acumulas grandes nombres en un macrofestival es más fácil que salgan los números.

Además, vivimos en la era de las experiencias, y los macrofestivales son una especie de parque de atracciones para adultos, que atraen a personas que de otra forma no irían a un concierto.

Estos macrofestivales han sido también un campo de pruebas para nuevas tecnologías y startups. En esta edición hemos visto mucha presencia de Uber. Por un lado, y gracias a un patrocinio, Uber Eats ha estado sirviendo comidas a los asistentes del concierto. A través de su aplicación, pedías comida dentro de la oferta del propio festival, y luego te la servían en un punto de recogida cercano a ti. Y por otro, Uber ha sido una buena alternativa para los que no querían esperar colas de otros servicios de transporte públicos. Eso sí, algunos descubrieron demasiado tarde las tarifas de «precios dinámicos» en función de la demanda de Uber.

Sin embargo, si hubiera que elegir un campo en el que los macrofestivales han sido siempre escaparate de las últimas tendencias, yo diría que tradicionalmente ha sido fintech, concretamente medios de pago móvil y alternativos.

En los festivales se genera un volumen de transacciones brutal, de pequeñas cantidades, que se convierte siempre en un cuello de botella y que además tiene un gran problema de seguridad en cuanto a «mermas».

Antes de la ola de digitalización de Todo, los festivales innovaron creando monedas propias. Estas monedas eliminaban en gran parte el problema de seguridad que trae el que decenas de trabajadores contratados para dos días manejen ingentes cantidades de dinero con nulo control. Pero además de no solucionar el resto de problemas, generaba otro, que normalmente había otro cuello de botella para cambiar dinero de verdad por el de mentira.

Por no hablar de que este dinero propio es algo totalmente indefendible desde un punto de vista de protección del consumidor. Más allá de normas y leyes, es sabido por todos que cualquier tipo de cupón, producto o dinero propio que exige a su dueño un esfuerzo para canjearlo es, en un porcentaje muy alto, nunca hecho.

Solo los promotores de los festivales saben el porcentaje de dinero propio que nunca se volvió a cambiar por dinero de curso legal y se quedó en los bolsillos de los festivaleros. Me atrevo a decir que estará cerca de las dos cifras… puro margen.

Pero con la digitalización y la eclosión de cientos de startups de medios de pago móvil, los festivales se convirtieron en seguida en early adopters. Para ellos era todo ventajas, ya que esto normalmente significaba que se subcontrataba la gestión de cobros a cambio de una comisión, algo muy limpio para el festival. Y por otro, en principio, debería de ser algo bueno para el usuario. No se les cobraba un «impuesto revolucionario» en forma de tickets no canjeados, y el tiempo de pago debería recortarse con lo que todo debería ir más fluido en los festivales, menos colas. En teoría.

En la primera edición del MadCool, en el 2016, el propio festival hizo bandera de esta modernización. MadCool quería ser moderno y utilizar un sistema cashless lo era. A través de una startup inglesa, todos los pagos dentro del festival se haría con una pulsera, pulsera que era la que también te daba acceso al recinto.

La pulsera en cuestión era una especie de monedero virtual, en el que se cargaba dinero desde el móvil o desde tarjetas de crédito a través de terminales que había en el festival. Luego, cuando pagabas la consumición, un lector validaba la pulsera, y descontaba el importe del monedero. Al final del festival, si quedaba algo, se te devolvía.

Todo muy bonito en el papel, pero que se convirtió en un desastre. El sistema se cayó al poco de empezar el festival, y el primer día fue prácticamente imposible utilizarlo. Y lo peor, no había plan b, así que mucha gente no pudo comprar ni un mísero botellín de agua. En los siguientes días, el sistema siguió sin funcionar bien, pero se dejó utilizar tarjetas de crédito y efectivo.

En el 2017, no hubo experimentos, y en el 2018… pues tampoco. Al menos de «puertas para afuera». Es cierto que aunque los pagos con móvil y otros medios alternativos ya no son una rareza, tampoco es lo normal, sí que esperaba que en un festival como MadCool hubiera algo de esto.

Sin embargo, lo que sí que parece que ha ocurrido es que MadCool ha vuelto a externalizar el servicio de pagos a una empresa, en este caso a un banco de los de toda la vida. El hacer que todo el dinero que se mueve en un festival pase por un único «embudo» facilita mucho las cosas a la hora de monetizar todo ese flujo de dinero hacia las arcas del festival.

Pero tampoco las cosas fueron tranquilas por aquí para el MadCool. El banco había tirado de fondo de armario para proveer a todos los puestos de TPVs para el cobro con tarjeta. A estos TPVs se les veían los años por todas partes, aunque eso sí, eran suficientemente modernos como para utilizar la red de telefonía móvil para la transmisión de datos.

¿Pero qué suele pasar cuando 80000 personas (y sus correspondientes móviles) se congregan de golpe en un reducido espacio? Pues eso, que la red se cae, y de la misma manera que fue difícil utilizar el móvil durante los días de festival, fue imposible pagar con tarjeta el primer día de festival.

El segundo día se encontró la solución a un problema tan sorprendente e inesperado. Cablear todos los TPVs para no depender de la red de móvil. Todo muy del siglo XXI. Un poco más y nos sacan de estas.

Resultado de imagen de credit card carbon copy

Así que en plena efervescencia de las fintech y con multitud de sistemas de pagos alternativos en el mercado, no parece que en un sitio que debería ser ideal para que brillaran se puedan utilizar. Algo desde luego que debería hacer pensar a la industria.

Pero eso sí, si hubo una tecnología ganadora en el MadCool, esa fue el humilde whatsapp. Concretamente, su no muy conocida función de compartir ubicación en tiempo real. A pesar de los problemas de cobertura, la mejor manera de reencontrarse con gente de la que te habías separado entre 80000 personas. Eso sí, necesitabas un buen móvil para que la precisión del GPS fuera suficientemente buena.

@resbla

PD: Mi bloguismo musical me puede, y aunque sé que no es para todo el mundo, este fue el mejor concierto del festival, verdaderamente memorable.

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