El patinetegedón ya está aquí
Sólo con unos pocos meses de retraso, el patinegedón ya está aquí. Después de arrasar en ciudades como San Francisco, ya lo tenemos aquí en ciudades como Madrid y Valencia. Y aunque los ayuntamientos están haciendo ahora lo que hicieron hace años con Segway y han decidido cortar por lo sano, estoy seguro de que esto no acaba aquí.
De los patinetes eléctricos, su pasado, presente y futuro hablamos en este #technobits en Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Pero para entender lo que está pasando, creo que es bueno echar un poco la vista al pasado. En diciembre del 2001, después de una campaña tipo teaser de las que no se veían por aquellos tiempos, se presentó el Segway.
Lo tenía todo para haber transformado radicalmente la forma en la que la gente se movía por la ciudad (básicamente lo que prometieron en su lanzamiento), una tecnología impresionante, empresas interesadas en comprar muchas unidades para su uso interno, y fans como Bezos (Amazon, que también era inversor), Wozniak y Jobs (Apple) y Grove (Intel). Tengo un recuerdo imborrable de Grove montado en un Segway en la convención de ventas de Intel unas semanas después de su lanzamiento.
Sin embargo, el Segway lo único que revolucionó fueron los tours turísticos. Las ciudades no se adaptaron a ellos, y su uso nunca despegó.
Unos meses después de su lanzamiento comercial, San Francisco prohibió utilizar Segways por aceras y carriles bicis. Muchas otras ciudades hicieron lo mismo, y eso fue la sentencia de muerte para el Segway. El servicio postal de EEUU que se suponía que iba a ser el primer gran usuario corporativo de Segways canceló el pedido, y la compañía pasó a la irrelevancia.
Fue comprada por un empresario inglés, el cual poco después murió en un accidente montado precisamente en un Segway. Y todos nos olvidamos de Segway (salvo cuando veíamos turistas montados en ellos) hasta que Ninebot (invertida por Xiaomi) lo compró hace tres años, justo antes de que los patinetes eléctricos se convirtieran en el regalo de las navidades y en parte para defenderse de las acusaciones de Segway por infringimiento de patentes. Después tuvimos una larga lista de casos de patinetes explosivos y la cosa se tranquilizó.
Y se tranquilizó tanto que aunque se amagó con normativa para los hoverboards, nunca se llegó a tramitar ya que se quedaron con la imagen de ser más juguetes para niños.
Pero las empresas del sector volvieron a la carga. Se olvidaron del concepto hoverboard (basado en definitiva en los Segways) con toda la complicación (y peso) que añadía el autoequilibrado, y pasaron al concepto de patinete (scooter en inglés).
Estos dispositivos a medias entre en patinete y una moto eléctrica, ofrecen una mejora importante frente a los hoverboards en cuanto a velocidad y autonomía, por eso enseguida se posicionó como una solución interesante para urbanitas adultos.
Sin embargo, son dispositivos que no son baratos, así que hizo falta poco tiempo para que a muchos emprendedores se les ocurriera que el alquiler de estos dispositivos por minuto en las grandes ciudades, siguiendo el ejemplo de los servicios de alquiler de bicicletas, podría ser un buen negocio.
Y no lo pensaron sólo ellos, a los inversores les encantó la idea. Tanto que una de las startups con este modelo de negocio, Bird, se convirtió en el unicornio más rápido de la historia. En España, han salido startups de este tipo como setas, así que hablar de burbuja en este ámbito es seguramente quedarse (muy) corto.
Estas empresas están casi siempre relacionadas con Lyft o Uber de alguna forma, lo cual explica la estrategia que están siguiendo de no pedir permiso, pedir perdón. Es cierto que en EEUU esto es lo más habitual ya que en principio lo que no está expresamente prohibido está permitido (frente a Europa que es al revés), pero era muy previsible que necesitarían un presupuesto en abogados importante.
San Francisco, después de muchísimas quejas de peatones y ciclistas decidió prohibirlos, para luego sacar un piloto de un año a concurso con unas normas bastante estrictas que precisamente no lo han ganado ni Lime ni Bird.
Así que era muy previsible que todo esto llegara a España, tanto en su formato privado, por el que mucha gente se está comprando este tipo de dispositivos, como en su formato de alquiler «colaborativo». Esta polémica además llega con los coletazos de una de menor intensidad alrededor de los alquileres de bicicletas sin estación llevada a cabo por empresas como Ofo u oBike, startups chinas que consiguieron valoraciones astronómicas pero que también lo están pasando mal en su casa.
Tanto los patinetes como este tipo de alquiler de bicicletas comparten un problema que ha puesto en pie de guerra a peatones y ayuntamientos, su modelo de uso (y de negocio) no es que se aparquen en una estación como los alquileres de bicis municipales, sino que el usuario lo deje allá dónde acabe su viaje. Esto que es legal en el caso de las bicis, era como mínimo una zona gris en el caso de los patinetes, pero se ha convertido en un problema en ambos casos por su acumulación en algunas zonas y por el poco cuidado por parte de sus usuarios que los dejaban muchas veces bloqueando el paso.
Pero los patinetes eléctricos añaden un problema adicional que es el que un nuevo tipo de vehículo compartiendo la vía pública, y en principio sin un sitio claro para hacerlo. Los usuarios han utilizado indistintamente aceras y carriles bici, provocando la ira de peatones y ciclistas.
Madrid acaba de publicar una normativa bastante más restrictiva que la de Barcelona que va a dificultar mucho a sus usuarios el hacer trayectos completos con los patinetes eléctricos, y por supuesto, hace prácticamente imposible que empresas de alquiler sin estación operen en la ciudad. Y esto, no deja de ser paradójico.
Por un lado, este tipo de dispositivos parece la máxima expresión de un medio de transporte personal urbano ecológico. Son eléctricos, ocupan poco espacio (menos incluso que una bici) y son más accesibles para todo tipo de personas. Son incluso más «todo terreno» que una bici, y me atrevo a decir que incluso más seguros en cuanto a que una caída es menos peligrosa por estar a menos altura y casi siempre a menos velocidad.
Y por otro, de acuerdo que el legislador siempre va por detrás de la realidad, ¿pero tanto? Viendo lo que ya había pasado en EEUU y China, ¿había que esperar a que aterrizaran en España en medio de una cierta inseguridad legal y mandando un mensaje tan contradictorio a la ciudadanía sobre un medio de transporte indudablemente ecológico? ¿Es justa la diferencia de trato a los servicios de alquiler de bicis y patinetes frente a los de coches y motos eléctricas?
Pero lo que más me chirría de todo esto, y lo digo después de haber estado hace unos meses en una reunión con responsables directos de todo este tema de una ciudad española en el que se tocó el tema, es si detrás de todo esto no hay también una intención de proteger los servicios públicos de alquiler de bicicletas que tanta polémica han tenido y que tanto dinero público han costado. No nos olvidemos de que en las ciudades dónde se han lanzado son monopolios públicos propiedad de sus ayuntamientos. De hecho, en ciudades donde no los hay han recibido a las empresas de alquiler de bicis sin estación de forma más amistosa, a pesar de que después se ha interrumpido el servicio por el vandalismo que sufrían.
En todo caso, creo que esto no acabará aquí. Más allá de la tremenda burbuja que hay de startups en este mercado, de que obviamente hay que regular el uso del espacio público por parte de cualquier empresa, y de que habrá que ordenar el tráfico y adaptarse a la nueva realidad en la que habrá vehículos moviéndose por la ciudad que antes no existían, los patinetes eléctricos están aquí para quedarse.
Es cuestión de tiempo que estos chismes bajen (mucho) de precio. Y por lo tanto, su base de usuarios crezca mucho. Creo que tienen muchas ventajas sobre las bicicletas, y más allá de los ciclistas aficionados de verdad, es probable que sustituyan en gran parte su uso por las ciudades. Es más, me atrevo a pronosticar que en no mucho tiempo los carriles bici que se han construido en muchas ciudades se parecerán más a carriles patinete, y entonces quizá la ciudad sí se organice alrededor de ellos como pronosticó Steve Jobs.
@resbla