Made in China 2025, xie xie Donald Trump

Hace justo cuatro años, el gobierno chino presentó el programa Made in China 2025 pensado para realizar una Revolución Industrial 4.0.

Llevamos unos días siguiendo con asombro las noticias alrededor de las sanciones a Huawei, la última refriega de la Guerra Comercial entre EEUU y China con el horizonte del control sobre el 5G. Es difícil pensar que pueda pasar con ellos lo que pasó con ZTE, pero sin duda, las sanciones son potencialmente devastadoras.

Sin embargo, pienso que dentro de unos años, cuando miremos para atrás a estos momentos de la parte final del alzamiento de China como superpotencia económica, será difícil no ver a Donald Trump cómo el que puso la clave de este tremendo plan.

De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

El programa Made in China 2025 se centra en 10 sectores principales con el objetivo de hacer avanzar la industria china de un sector centrado en la fabricación de bajo coste, a uno líder en el I+D+i centrado en el valor añadido. En definitiva, liderar la Industria 4.0.

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Es cierto que la transición no ocurre únicamente en estos últimos 4 años, pero si miramos la situación actual en alguno de estos sectores, los avances son tremendos.

China es de lejos, el líder en fabricación e instalación de energía fotovoltaica.

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China ha sido el primer país en mandar un vehículo la cara oculta de la Luna, el Yutu-2.

China's Yutu 2 rover moving across the far side of the moon.

China, con unos estándares éticos diferentes a los de occidente, lleva tiempo probando terapias génicas (CRISPR) en pacientes humanos, lo que desembocó en el en el nacimiento Lulu y Nana.

Y qué decir del mundo IT. Lenovo, que compró prácticamente toda la parte de hardware de IBM, es ya el número 1 del mundo en venta de PCs.

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En venta de móviles, Huwaei ya es segundo a nivel global, primero con mucha diferencia en China.

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Y por supuesto, Huawei es sin duda también líder en 5G e infraestructura de red de telefonía.

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Pero para dar contexto a todo lo que ha pasado la semana pasada con Huawei, no hay que olvidar que hay sospechas muy fundadas de que Huawei ha tenido, cómo mínimo, una moral un poco «distraída» en cuanto a la propiedad intelectual de sus competidores, y probablemente también, una posición de colaboración con los esfuerzos de espionaje del gobierno chino.

Hace unos días el WSJ publicaba un artículo muy interesante hablando sobre diferentes ocasiones en las que Huawei habría robado tecnología de empresas como Cisco, Motorola o T-Mobile.

A principios de año, el Departamento de Justicia de EEUU acusó a Huawei de tener un programa por el que pagaba a sus empleados por robar tecnología de clientes y aliados.

Y hace unos años, Huawei fue el principal sospechoso en un caso de ciberespionaje contra la Unión Africana.

Así que el contexto es complejo, y en el caso de Huawei, es difícil discernir dónde acaban los castigos por sus cuestionables prácticas, dónde empieza la batalla por la supremacía en el 5G, o cómo encaja todo dentro de la Guerra Comercial entre China y EEUU.

Pero volviendo al Made in China 2025 y Huawei, no es nada casual que los movimientos del gobierno americano se centrarán en Google, Qualcomm, Intel y ARM. En realidad, todo esto se centra en los dos (en realidad son tres, pero luego hablaremos de esto) únicos puntos débiles que aún tiene el plan (y Huawei), los procesadores y el sistema operativo.

Empezando por el OS, Huawei (y toda la industria china por extensión) depende enteramente en Windows (PCs) y Android (móviles). Con la prohibición a Microsoft de vender Windows a Huawei, ha literalmente matado su negocio de PCs a Huawei. Sin embargo, es un negocio incipiente y muy pequeño para ellos, así que es un daño colateral asumible para todos.

En cuanto a Android, el impacto potencial es enorme, sin embargo, es un impacto diferido en el tiempo. La prohibición sobre Google y su colaboración con Android, afecta a futuros desarrollos. Android es un sistema operativo basado en Linux (código abierto), y lo que ya ha desarrollado Huawei, ya es de Huawei, no hay vuelta atrás.

El problema viene de dos lados. Los futuros desarrollos para adaptarse a las nuevas versiones de Android que desarrolle Google, y por otro lado, las aplicaciones que sí que son propietarias de Google (Gmail, Maps… y por supuesto, Google Play).

En realidad, aunque es grave, el impacto es contenido. Por un lado, efectivamente la situación es desastrosa para Huawei en Europa. Google Play es es estándar en Europa, y aunque hay otras alternativas, no son aceptables para los consumidores que además esperan utilizar Gmail y demás.

Pero por otro lado, Google no existe en China. Huawei tiene su propia tienda de aplicaciones y sus apps equivalentes, así que a corto plazo, la pérdida de relación con Google no tienen ningún impacto para Huawei en China, su principal mercado.

No tener acceso a futuras versiones de Android es también desastroso, pero de nuevo, es un impacto diferido en el tiempo.

Luego tenemos los procesadores. Qualcomm, Intel y finalmente ARM, anunciaron también que dejan de trabajar con Huwaei.

Intel, significa PCs, de nuevo impacta el negocio pequeño de PCs de Huawei. En el caso de Qualcomm, Huawei utiliza un gran porcentaje de procesadores de Qualcomm para su gama media y baja. Sin embargo, para su gama alta, utiliza los procesadores Kirin, diseñados por ellos mismos. Así que tendrían una opción, ampliar el uso de los procesadores Kirin al resto de su gama de productos, algo que por otro lado, seguro que tenían ya en mente.

Pero entonces llega el anuncio de ARM, y podríamos decir que la situación es muy parecida a la de Android y Google. ARM licencia sus microarquitecturas a empresas cómo Qualcomm y Huawei que desarrollan sus procesadores sobre ellas. En ese desarrollo, ARM vende la licencia y servicios de soporte. Al dejar de trabajar con Huawei, ARM dejaría de trabajar para futuros desarrollos. Los actuales, y seguramente incluso la siguiente generación, ya están en manos de Huawei y eso no puede cambiarse, así que de nuevo, estamos hablando de un impacto diferido.

Tampoco hay que olvidar que todo el equipamiento de redes de Huawei se basa en procesadores ARM, así que estarían también impactados, aunque los ciclos de desarrollo en esos dispositivos es mucho más largo que en móviles, y por lo tanto, de nuevo un impacto diferido.

Así que este ataque a Huawei se ha centrado en dos de los tres puntos débiles de Huawei, el sistema operativo y los procesadores. Sin embargo, cómo hemos visto, aunque tienen impacto inmediato, el mayor impacto sería diferido, es decir, si el boicot se mantiene en el tiempo porque China y EEUU no llegaran a un acuerdo.

Decíamos que Huawei, y la industria de electrónica china en general, tenía tres puntos débiles. El tercero es la capacidad de fabricación de procesadores de última generación, y concretamente Huawei depende enteramente de esto en una empresa Taiwanesa, TSMC.

Si EEUU hubiera querido acabar del todo con Huawei, cómo hizo en el pasado con ZTE, hubiera maniobrado para que TSMC hubiera dejado de fabricar procesadores para Huwaei. Eso sí que habría sido el final de Huwaei. Pero no lo ha hecho y ha buscado esas otras medidas, muy drásticas, pero todas «diferidas en el tiempo» porque en realidad de lo que se trata es de forzar una negociación con China.

Dicho todo esto, y por si China (y Huawei) no lo tenía aún claro, todo esto ha puesto de relieve esos tres puntos débiles, y claro, en el marco del plan Made in China 2025, es difícil que esto no signifique que China acelere sus planes para dejar de depender de EEUU.

Por un lado, en cuanto al sistema operativo, esto era algo ya muy avanzado, pero se acelerará. Huawei acaba de registrar diferentes nombres que podrían ser los que finalmente utilicen. Será un sistema operativo basado en la parte libre de Android para facilitar que el ecosistema se adapte, pero independiente a Google.

En cuanto al diseño de las CPUs, China lleva tiempo trabajando en microarquitecturas propias aunque sin acuerdos con ARM, AMD o Intel, la cosa sería complicada, pero no imposible.

Y por último, su dependencia en empresas de fuera para la fabricación de CPUs de última generación, en el caso de Huwaei, TSMC. Recordad que es Taiwanesa, lo cual añade sal a la herida. Actualmente China tiene planes para construir 30 factorías para la fabricación de procesadores de 7 y 10 nanómetros, y SMIC está ya lista para los 14nm.

Así que China no estará preparada para la independencia tecnológica de EEUU al menos en unos cuantos años, lo cual es probable que le lleve a tragarse el sapo con Trump para también salvar Huawei, la joya de la corona.

Pero será una victoria pírrica para Trump. Lo único que va a conseguir es acelerar todos los esfuerzos de China para que esto no vuelva a ocurrir y dejará fuera a las empresas americanas de esa industria.

Y además, perdemos todos. El milagro de la revolución digital que hemos vivido en las últimas décadas ha ocurrido en gran parte por la existencia de un único ecosistema de facto. Cierto es que principalmente basado en estándares de empresas americanas, pero bastante abierto que ha permitido que los avances tecnológicos se diseminarán rápido con unas economías de escala enormes.

Romper ese ecosistema y partirlo en dos, nos hará perder a todos.

Y dicho esto, veremos cómo evoluciona esta batalla de esta Gran Guerra. China podría recular para salvar Huawei en una retirada táctica y parar la escalada, o las cosas podrían ir aún a peor.

¿Cómo? EEUU podría cortar el grifo de TSMC, o incluso ir a por la otra joya de la corona china, Lenovo.

En todo caso, Donald Trump se merecerá una estatua en la Plaza de Tiananmen cómo aquel que remató el Made in China 2025.

@resbla

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