España no es país de emprendedores, ni de I+D+i, ¿casualidad?
Llevamos tiempo hablando sobre la burbuja emprendedora (conversación en la que he participado activamente) y parecería que esa burbuja tendría que verse reflejada de diferentes maneras en el mundo real.
Sin embargo, dos estudios muy diferentes sobre temas que en principio no tienen que ver (al final de este post haré una hipótesis a la contra), nos hacen ver que si la burbuja existe, no parece que se esté trasladando al «mundo real».
De esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Empecemos por el que se publicó primero. Hace unas semanas, Universum, una consultora centrada en el mundo de las relaciones universidad-empresa, publicó un estudio sobre las aspiraciones laborales de los universitarios españoles.
No he sido capaz de encontrar el estudio original, pero este artículo de CincoDías lo recoge y este gráfico lo resume muy bien.

A bote pronto vemos que los universitarios españoles quieren mayoritariamente trabajar para una multinacional. La segunda conclusión aparente es que para determinados estudios, ser funcionario es la opción preferida.
Pero el bombazo para los que llevamos hablando sobre la burbuja emprendedora es ver los datos pírricos sobre el mundo del emprendimiento. No sé qué es más deprimente, si los números tan bajos que recibe la opción de trabajar en una startup, o que precisamente el emprender sea la última opción para los universitarios españoles. Ni siquiera los que estudian Ciencias Empresariales son los que más ganas tienen de emprender…
Pero ahí no se acaba la historia, estos datos han ido a la baja respecto a anteriores olas de este estudio. El emprendimiento cotiza a la baja entre los universitarios españoles.
España nunca ha sido país de emprendedores. Somos un país muy averso al riesgo (aunque no encuentro datos que digan que lo somos especialmente) y eso se nota en la falta de ganas para emprender. Pero los que estamos muy metidos en la «escena del emprendimiento», al menos personalmente, quería pensar que las cosas están cambiando.
Se han generado programas de apoyo al emprendimiento desde AAPP, organizaciones privadas y empresas. Hay un cada vez mejor ecosistema de inversores que era impensable hace 10 años. Hay ya un grupo de emprendedores que han tenido éxito y que se convierten en emprendedores e inversores «en serie».
Todo esto debería haber redundado en mejores habilidades emprendedoras entre los jóvenes, y sobre todo, en un mayor interés en el emprendimiento, pero está claro que no es así. Pero me pregunto, ¿nos sorprendemos?
La realidad es que mucho del esfuerzo que se ha hecho para fomentar el emprendimiento se hizo durante los peores años de la crisis. Y si lo pensamos fríamente, cuando se decía emprendimiento se quería decir autoempleo.
Además, si se ha facilitado algo (habría mucho que discutir en esta afirmación), se ha hecho en la puesta en marcha. El hacer crecer una startup y convertirla en una scaleup es un campo de minas y poco se ha hecho para limpiarlo.
Pero es que además, no hay nada más precario que ser un empleado en una startup. Sueldos míseros, horarios interminables, eso sí, con «salarios emocionales» enormes.
He estado en conversaciones entre inversores en las que se trataban temas de sueldos en una startup que daban vergüenza ajena. Durante demasiado tiempo se ha asumido que, seas socio o no, trabajar en una startup significa renunciar a parte (si no todo) del sueldo. Hay mucho «inversor profesional» que piensa que hay que es obligatorio pasar hambre para esforzarse lo necesario para sacar adelante una startup.
La teoría económica nos dice que riesgo y retorno van de la mano. De esta manera alguien que asume un riesgo alto (como trabajar en una startup) debería poder acceder a un retorno alto.
Como las startups, de lo que suelen tener menos, es dinero, se suelen compensar esos sueldos más bajos (se habla de un 20-30% en EEUU) con participaciones en beneficios a través normalmente de stock options.
Sin embargo en España, con la tributación tan tremenda que hay sobre las stock options, se ha optado (si acaso) por las phantom stock. Cómo su propio nombre indica, es una forma muy opaca de hacer las cosas, y que por cómo se implementa, suele limitar el beneficio que sus «dueños» pueden conseguir.
Además a esto se añaden dos cosas. Por un lado, tenemos (esperemos que vaya cambiando) una situación en la que hay pocos exits y además de poco volumen. Esto hace que poca gente haya compensado los sueldos bajos que han sufrido durante muchos años.
Y por otro lado, cobrar un 20-30% menos en una startup que en una gran empresa es ciencia ficción por aquí. Seguimos con la mentalidad de la crisis en la que casi se ve el trabajar en una startup como una gran oportunidad para aprender.
Así que no, no me sorprende nada que los jóvenes universitarios no quieran tocar el mundo del emprendimiento ni con un palo.
Y ahora vayamos al informe anual de COTEC sobre el estado del I+D+i en España que publicaron esta semana. En realidad, este informe, junto con cualquier otro que analice este tema, llega siempre a las mismas conclusiones. Invertimos poco (y mal).
Siempre se habla mucho del presupuesto que se destina al I+D+i desde los Presupuestos Generales. Y efectivamente es bajo y ha sufrido mucho desde los años felices precrisis.

Pero el verdadero drama del I+D+i español está en la empresa privada, y no se habla mucho de ello.

Estos datos suelen fomentar discusiones bizantinas sobre si son galgos o podencos. En la parte privada, que si el pequeño tamaño de las empresas españolas (acordaros de lo que decíamos antes de las scaleups), que si no hay suficientes ayudas públicas, que si los impuestos, que si falta de talento…
Pero, y aquí viene mi hipótesis, si los jóvenes españoles no quieren ser emprendedores, ¿querrán ser intraemprendedores? Es decir, si consiguen su ansiado trabajo en una gran empresa huyendo del mundo del emprendimiento, ¿van entonces a convertirse en vectores de innovación dentro de su organización?
Personalmente, creo que no. La palabra intraemprendedor está de moda, y lo está porque nos estamos dando cuenta de que innovar en una startup o en una gran empresa necesita de unas personas que suelen tener unas aptitudes y unas habilidades similares.
Empresas, grandes y pequeñas, que no tengan intraemprendedores en sus equipos es difícil que tengan el I+D+i en su agenda de prioridades.
Olviden las discusiones bizantinas sobre el I+D+i, mientras no cambiemos la percepción de lo que significa «emprender» en España en general, pero entre los jóvenes en particular, va a ser difícil que dejemos el vagón de cola.
Sin emprendedores no hay intraemprendedores.
@resbla