Lo resiliente era lo digital
La terrible crisis del coronavirus está teniendo un efecto colateral, sin duda trivial al lado de los problemas de salud y económicos, pero aún interesante viniendo de donde venimos. Después de tanto tiempo hablando de transformación digital resulta que muchas empresas se han encontrado que algo en principio tan sencillo como tener a sus empleados trabajando desde casa se ha convertido en un reto difícil de digerir.
Es obvio que para algunas empresas es simplemente imposible, en China se han hecho muchas bromas con los cortes de pelo de «larga distancia» y la necesidad de digitalizarlo, pero para empresas que se dedican a vender «transformación digital» es especialmente vergonzoso.
Otra cosa muy importante que aprenderemos de esta crisis es que para algunos lo digital era un eslabón débil de nuestra sociedad y en las cadenas de valor de las empresas. Sin embargo, parece indudable que a estas alturas lo resiliente era lo digital.
De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Una cosa que seguramente miraremos con sorpresa en perspectiva cuando esto acabe es lo rápido que se cayeron las caretas de la transformación digital cuando llegó la crisis del coronavirus. Empresas que llevan años hablando de lo importante de esa transformación en su estrategia, de las enormes inversiones en ese sentido, se mostraban incapaces de algo tan sencillo como mandar a sus empleados a trabajar desde casa. Esto ha sido más sangrante en el caso de empresas tecnológicas que han mantenido a sus empleados en sus oficinas hasta que no se lo han permitido.
De esto hemos hablado mucho en este blog utilizando el Digital Transformation Canvas que presentamos hace unos meses. Pero en este momento, parece importante volver a repetirlo. La tecnología es lo menos importante en la Transformación Digital.
Acceder a herramientas digitales que permiten el trabajo en remoto es sencillísimo. De hecho, muchísimas de ellas son gratuitas o son parte de otras aplicaciones que suelen tener ya las empresas. La mayoría de las aplicaciones que se utilizan en entornos empresariales están en la nube desde hace años, y permitir el acceso desde sitios que no sean las oficinas de la empresa es trivial. Por no hablar de los dispositivos que necesitamos para trabajar desde casa, ¿quién no trabaja ya con un portátil en su oficina?
Entonces, ¿qué ha impedido que ante la primera señal de alarma las empresas mandaran a sus empleados a trabajar desde casa?
El problema está con los otros dos pilares de los Tres Pilares de la Transformación Digital. Empezando por la cultura.
Cuando se movilizó a los empleados hace diez años dotando a los empleados con teléfonos móviles capaces de correr muchas de las aplicaciones corporativas, y por supuesto, un portátil, en realidad, no se les movilizó para que pudieran trabajar desde cualquier sitio, se les movilizó para que pudieran ir desde su puesto de trabajo a la sala de reuniones… y si acaso, para que contestaran a los correos de sus jefes los fines de semana si algo «urgente» ocurría.
Estamos en un país en el que el culto al presentismo es altísimo. Para alguien como un servidor que lleva 20 años trabajando desde casa (la gran mayoría de ellos para grandes empresas), la situación del teletrabajo aquí me deja perplejo.
Sin duda fui uno de los pioneros porque empece a trabajar en una empresa que era pionera en ello. En aquella época pensaba que el teletrabajo era algo inevitable a medio plazo. Algunas empresas dieron algunos pasitos en esa dirección, pero bastó que algunas empresas echaran las culpas de sus problemas al teletrabajo (y ojo, el teletrabajo también tiene sus problemas), y que además llegará la terrible crisis financiera, para que los «presentistas» se armaran de razones para mantener a todo el mundo bajo un único techo.
En realidad, de nuevo, para adoptar el teletrabajo, la tecnología es lo de menos. Es totalmente trivial hoy en día. Lo difícil es cambiar la cultura, y sobre todo en los jefes. El teletrabajo da mucho vértigo a muchos jefes. Por un lado, porque no confían en que sus equipos hagan lo que tienen que hacer si no los tienen cerca. Y por otro lado, y más importante, porque sienten que pierden mucho poder, no tener a nadie alrededor al que «mandar» es complicado para este tipo de jefes.
Y si me permiten ser un poco cínico, estos jefes le tienen mucho miedo a esto porque si no tienen gente alrededor a la que mandar y con la que reunirse constantemente, van a tener mucho tiempo libre entre sus manos. Tiempo que por supuesto podría emplearse en actividades de alto valor añadido como la planificación y la estrategia, pero que para este tipo de jefes significa estar fuera de su zona de confort.
Si esto de la cultura es complicado, todavía lo es más el tercer pilar de la Transformación Digital, el modelo de negocio.
A estas alturas de la crisis, ya tenemos muy claro qué empresas van a salir más reforzadas de todo esto. Está claro que hay modelos de negocio que son difíciles de digitalizar, al menos en un porcentaje alto. Pero, y sé que estoy siendo ventajista pero permitidme el ejemplo para ilustrar este punto, ¿quién pasará mejor esta crisis, los cines o Netflix? Curiosamente, la mayor cadena de cines del mundo, AMC, lanzó hace pocos meses un servicio de streaming de películas para sus socios y justo hace pocos días Universal anunció que empezará a lanzar estrenos también en streaming.
Y es que la Transformación Digital significa muchas veces canibalizar tu negocio actual, normalmente rentable y que te da de comer, para iniciar una transición incierta y peligrosa hacia otro modelo de negocio desconocido en el que además habrá nuevos competidores. Esto es para muy valientes.
Pero los que lo hicieron, van a afrontar esta crisis con una cierta seguridad. El comercio electrónico, los servicios digitales, y en general, servicios con modelos de negocio de suscripción o de pago por uso van a mostrarse más resilientes que otros.
Esta crisis va a demostrar, que lo digital, tanto a nivel de tecnología como a nivel de modelo de negocio era lo verdaderamente resiliente. Desgraciadamente para muchos, habrá sido demasiado tarde.
@resbla