Jukebox vs Elvis
Hace treinta años, escribí un relato corto que me hizo ganar el segundo premio del concurso de me instituto. La protagonista era una máquina que hacía música perfecta basándose en fórmulas matemáticas para producir armonías.
Está claro que no fui muy original, esta idea lleva dando vueltas no sólo en la ciencia ficción desde hace siglos, sino que ya se ha intentado. Máquinas capaces de reproducir música ha habido muchas, la pianola o el panarmónico.
Pero la ciencia ficción siempre imaginó máquinas que fueran capaces no sólo de interpretar música, sino de crearla. Esto por supuesto, no empezó a pensarse que fuera posible hasta que llegó la tecnología digital, uno de los primeros intentos fue hace más de 60 años.
La máquina musical que me imaginé hace tantos años, no cantaba, ni mucho menos imitaba el estilo de artistas de carne y hueso. Pues bien, OpenAI acaba de presentar Jukebox, una máquina que imita la música, la voz, y las letras de artistas conocidos.
¿Serán los músicos también sustituidos por las máquinas?
De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Hay que recordar que OpenAI fue fundada originalmente como una fundación sin ánimo de lucro pocos meses después de la publicación de un manifiesto sobre los riesgos de la inteligencia artificial para la humanidad firmada entre otros por Stephen Hawking y Elon Musk.
Precisamente este último, fue uno de los principales impulsores de OpenAI, que se fundó para desarrollar una IA abierta como contrapunto a los desarrollos de las grandes empresas que pueda ser de algún modo mejor «fiscalizada» que desarrollos cerrados.
OpenAI se convirtió recientemente en una empresa con ánimo de lucro y anunció un acuerdo (que incluyó inversión) con Microsoft.
Con esta trayectoria, y después de varios proyectos relacionados con el lenguaje, hace pocos días presentaron Jukebox, una red neuronal capaz de producir música, incluyendo la voz y las letras, siguiendo diferentes estilos.
OpenAI ha presentado varias piezas generadas por OpenAI con diferentes limitaciones. Esta primera es un ejemplo de canción imitando el estilo de Elvis Presley, en el que Jukebox no tuvo acceso a letras originales del artista.
En este segundo ejemplo, Jukebox fue expuesta a letras originales de obras de diferentes artistas, en este caso Ella Fitzgerald.
Y en este último ejemplo, hicieron que Jukebox continuara una canción después de 12 segundos de la original. Un ejemplo con el Hotel California de los Eagles.
Los resultados están lejos de ser perfectos, empezando por la calidad de sonido que los propios desarrolladores dicen que está muy limitada por el nivel de compresión que tienen que alcanzar para poder trabajar con la red neuronal.
Luego también los autores mencionan que la «improvisación» de la máquina no termina de generar algunas de las estructuras tradicionales de las canciones como los coros. En todo caso, son impresionantes algunos de los solos, y no puedo dejar de pensar que para un oyente que no prestara mucha atención, y es más, que no fuera nativo en inglés, sería fácil pensar que alguna de esos temas pertenece a los artistas «imitados».
En todo caso, esto no parece más que otro paso en la adopción de tecnologías digitales, y de IA, al mundo de la música. La música pop actual está repleta de uso Auto-tune, comping y Celemony y no parece que a la gente haya dejado de escucharla. De hecho, hay estilos musicales que llevan al extremo el uso de estas tecnologías.
No sé si en un ejercicio de postmodernismo, pero en esta época de plataformas digitales y estrenos diarios de serie, estoy viendo estos últimos días de encierro una serie que vi algunos años antes de mi gran éxito literario de ciencia ficción, La Vida de Verdi.
No la había vuelto a ver un poco por miedo a que hubiera envejecido mal y me estropeara los buenos recuerdos que tenía de ella. En realidad, estoy disfrutando muchísimo, increíble la serie que hizo la RAI hace casi 40 años.
En la época de Verdi, Italia tenía una tasa de analfabetismo que rondaba el 70% de la población. Escuchar La Traviata entonces, tenía que hacerte pensar que su creador era poco menos que un extraterrestre, alguien que hacía magia.
Exactamente la definición que hizo Arthur C. Clarke de las tecnologías avanzadas, que parecerían magia.
Y esto es lo que nos parece ahora Jukebox, y como todas las tecnologías anteriores, algunos artistas la utilizarán para ser más creativos, y otros la industrializarán para bajar el coste del producto al máximo.
¿Es el fin de los músicos? No me cabe duda de que no. Igual que ahora hay hueco para los panes industriales precocinados que se compran en los «chinos», también lo hay para panes artesanos. El bolsillo y los gustos nos llevan a consumir unos u otros. Lo mismo (está pasando) pasará con la música.
Yo tengo claro que seré de los que preferiré la música artesana, pero también tengo claro que Jukebox abre una oportunidad de negocio inmensa.
@resbla