ClubHouse, el Party-Line del siglo XXI
A estas alturas, es difícil no haber oído hablar de ClubHouse, la última locura en redes sociales. Y también es difícil no haber oído a algún analista hablar sobre ella, sus bondades y las enormes posibilidades que tiene. Así que casi me siento obligado a hablar de ella con la dificultad de que no la he utilizado y dudo que la utilice nunca.
De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Breve resumen sobre lo que es ClubHouse para los que no hayáis oído hablar sobre ella. Es una red social que se basa en salas en las que depende de cómo estén configuradas, sus participantes pueden hablar libremente o escuchar a las personas designadas como oradoras. Efectivamente, la gran novedad de esta red social sobre otras, es que el medio de comunicación es la voz.
Probablemente no se hablaría tanto de ella sino fuera porque mucho gurú (y alguno que quiere serlo) no la hubiera elegido cómo el nuevo púlpito desde dónde hablar (y esta vez, propiamente dicho). Ante la avalancha de texto en forma de newsletters, tuits, blogs y dado que los podcasts y los zooms ya no son tan novedosos, pues todos los buscadores de novedad se han ido corriendo a ClubHouse.
El hype se ha terminado de disparar cuando celebridades como Zuckerberg (por cierto, parece que facebook estudia lazar una copia) o Musk han aparecido en ClubHouse. La bola está creciendo tanto, que parece que es posible un encuentro en ClubHouse entre Musk y Putin.
Como os decía antes, no he utilizado ClubHouse, así que no voy a hacer el cuñado y dar mi opinión sobre ella. Además, ya lo han hecho otros en mucho más detalle (Enrique Dans o Samuel Gil por ejemplo). Poco más que añadir.
Y eso que tengo una (preciada) invitación desde hace semanas, pero resulta que ClubHouse está sólo disponible para dispositivos Apple. Y no, no he utilizado nunca nada que corriera iOS, y no voy a empezar a hacerlo ahora.
Pero el otro día, mi buen amigo Fede Paredes hablando sobre ClubHouse me dijo, «ClubHouse no es más que el Party-Line del siglo XXI«, lo cual demuestra lo viejos que somos ambos…
Para la chavalada que no sepa lo que fue «Party-Line», pues fue un servicio telefónico que generaba salas para que sus usuarios pudieran hablar con gente de forma aleatoria. Una especie de chatroulette sin vídeo.
Party-Line fue una locura que llegó con el nacimiento de los números de tarificación especial y que significó un dineral para muchas familias que no se enteraron de que sus hijos llamaban de forma compulsiva hasta que fue demasiado tarde.
De todas formas, sigo hablando de dos cosas que nunca utilicé, ni Party-Line, ni chatroulette.
Y esto me trajo algo a la memoria que sólo los más mayores del lugar recordamos (o aquellos que hayan visto Mad Men). Yo en realidad lo vi hace muchísimos años en México cuando ya era algo completamente demodé, y eran bares que tenían teléfonos en las mesas que te permitían llamar a otras mesas.
Todo parece que viene de Alemania en los años 20 (del siglo anterior) y que recoge Cabaret en su «The Telephone Song».
Se llamaban tischtelefonen y desde Europa saltaron a EEUU dónde fueron una atracción durante los años 60 y 70. Parece que algunos clubs de Berlín de la época instalaron tubos neumáticos para además de hablar con otras mesas, también pudieras hacerlas llegar regalos.
Así que voy a acabar con dos reflexiones. No hay nada malo en aplicar a ideas antiguas tecnología nueva. De hecho, es una de las formas más habituales y potentes de innovación. Aunque ClubHouse nos suene a algo muy antiguo, que lo es, no desmerece en nada el intentarlo de nuevo con una tecnología actual.
La segunda es que hay un mínimo común denominador en todos estos ejemplos que se parecen mucho a ClubHouse, y es que al final, sus usuarios los utilizaron principalmente para ligar. Así que me aventuro a decir que los propietarios de ClubHouse van a tener muy complicado evitar en que se convierta en un sitio dónde principalmente se vaya a ligar (lo cual no quita que pueda ser un negocio fabuloso). Por cierto, el nombre ya lo tienen.
Personalmente, y más allá del tema del iOS, no soy público objetivo de ClubHouse, de la misma manera que tampoco lo fui de Party-Line, chatroulette o los tischtelefonen. Nunca vi la diversión en hablar con desconocidos de forma aleatoria, y para ligar, soy más de bares.
Por otro lado, ya he hablado varias veces del aparente contrasentido que hay en que el texto es mejor y más rápido para transmitir información. Personalmente prefiero leer que escuchar a Musk. Llámenme raro.
@resbla