La rebelión peatonal contra los patinetes
Los patinetes eléctricos, y la micromovilidad en general, venían a hacer las ciudades más amigables y sostenibles. Sin embargo, además de que siguen sin conseguir ser negocios rentables, hay mucha gente cabreada con su presencia en las ciudades, tanto cómo para echarlos o limitarlos de forma importante.
De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:
Hace ya casi dos años escribimos que la micromovilidad no era un (buen) negocio. Por supuesto la pandemia no ha ayudado en todo esto y por el camino se han quedado muchos proyectos. De hecho, hemos visto algunas fotos bastante impactantes. Ya vimos en su momento los «cementerios de bicis» que las caídas de diferentes servicios de bicicletas compartidas en China habían dejado.
Pero más cerca, y más recientemente, hemos visto algo parecido en París con coches de un difunto servicio de carsharing francés, Autolib.
No hay muchas buenas noticias entre los resultados financieros de las empresas de micromovilidad y movilidad compartida. Sin embargo, hay ciertos brotes verdes centrados en las empresas especializadas en patinetes eléctricos.
Lime, la más grande en esto, lleva dos trimestres seguidos sin perder dinero por primera vez en la historia después de unos trimestres muy complicados y se prepara para salir a bolsa. La compañía cree que con lo peor de la pandemia ya pasado, y los ajustes tan duros que han hecho a sus operaciones, lo mejor está por venir.
Sin embargo, hay algo que probablemente pocos se hubieran atrevido a pronosticar. Se está produciendo una reacción muy negativa contra estos servicios en muchas ciudades del mundo. Los peatones se están rebelando contra ellos, y están incluso consiguiendo echarles de sus ciudades, o al menos, limitar mucho su uso.
Eso ha pasado en Miami. Hace muy pocos días, el ayuntamiento decidió acabar con el piloto de patinetes eléctricos compartidos que tenían desde hace 3 años citando cuestiones de seguridad. Sin embargo, sólo 10 días después, han vuelto a lanzar otro piloto. Esta vez de momento sólo hasta después de Navidades, cubriendo sólo ciertos barrios de la ciudad, obligando a usar casco y limitando la velocidad y los lugares dónde se puede aparcar.
Algo parecido ha pasado en París. Ante la escalada de accidentes provocados por los patinetes eléctricos, acaban de limitar la velocidad máxima de estos dispositivos en una grandísima parte de la ciudad a 10 km/h.
Aquí acabamos de estrenar una nueva normativa de la DGT que obliga a conductores de patinete a usar casco y circular por la calzada. Veremos si esto para el aumento de accidentes debido a estos vehículos. Difícil comparar peras con peras, pero si miramos aquí y aquí, podríamos decir que el número de accidentes en patinete eléctrico con víctimas (heridos) es del orden del 5% del total en Madrid.
Es una cierta paradoja que uno de los dispositivos con más potencial para solucionar problemas de movilidad y contaminación en las ciudades sea rechazado por aquellos a los que «venían a salvar». No cabe duda de que estamos en plena rampa de aprendizaje sobre cómo integrar este tipo de soluciones en nuestra vida, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que si las empresas que gestionan estos servicios no son rentables, los patinetes eléctricos compartidos desaparecerán.
@resbla