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Apple le mete un gol por toda la escuadra a la banca

Uno de los anuncios que más desapercibidos ha pasado de la última conferencia de desarrolladores de Apple, pero que mi humilde opinión de observador externo al mundo Apple es de lejos el más importante, es que en breve los usuarios de un iPhone podrán financiar sus compras cuando paguen con su móvil.

De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2022/06/apple-bnpl.mp3?_=1

 

Lo que Apple concretamente ha anunciado es su entrada en eso que se llama Buy Now Pay Later (BNPL). En realidad es difícil diferenciarlo de lo que entendemos por compra a crédito, pero las empresas que han definido el sector giran alrededor de formas de microcrédito instantáneo gratuito y sin intereses para compras al consumo. Además, no hay entidades financieras clásicas involucradas, y las empresas que ofrecen este servicio le cobran una comisión a la tienda, sin olvidarnos del valor de los datos que se generan.

Dentro de fintech, el sector BNPL explotó durante los encierros del COVID en paralelo al crecimiento exponencial de las compras online. Al principio fueron startups muy centradas en segmentos de la población «no bancarizada», gente muy joven o mercados emergentes. A medida que el mercado ha crecido, gigantes de los pagos digitales como paypal han lanzado soluciones que al final compiten contra las tarjetas de crédito (en las que paga la tienda y el usuario) o los créditos bancarios al consumo (que suele pagar casi todo el usuario).

 

Llevamos años hablando de que la disrupción en la banca vendría de la mano de las grandes tecnológicas. A pesar de que la mayoría de las disrupciones en las grandes industrias se cocinan a fuego lento, los anuncios constantes de los GAFA en finanzas es cierto que se han llevado muchos titulares pero a simple vista no parecen haber sustituido a los bancos.

Y seguramente muchos de esos lanzamientos no eran más que experimentos para entender el sector, ver hasta dónde sus marcas tenían tracción en finanzas, pero también, para ser Caballos de Troya. Ir posicionándose en el sector lo más cercano al usuario final (en lo que sus potentes marcas ayudan), e ir viendo cómo poder ir sustituyendo a los jugadores tradicionales.

Probablemente en la categoría de Caballo de Troya han han sido los «pay» de Google y Apple. En principio eran poco más que una herramienta para que los usuarios pudiera agregar sus tarjetas de crédito de la banca tradicional para hacer más fácil el pago móvil.

Y para la banca fueron un poco lentejas. Todas querían crecer en pagos en el móvil, pero no era viable que cada banco tuviera su propia aplicación y esperar que un cliente de varios bancos llevara varias instaladas en el móvil. Así que Google Pay y Apple Pay fueron males necesarios para conseguir el objetivo de la digitalización de las tarjetas de crédito. Por cierto, para la banca, pero también para Visa y MasterCard

Tanto Google cómo Apple han explorado en algún momento las tarjetas propias de débito o crédito. En realidad han sido lanzamientos limitados, tanto en funcionalidades cómo en cobertura geográfica, seguramente por no enfadar demasiado a los incumbentes. De hecho, han utilizado los servicios tradicionales de los incumbentes (Google y Visa, Apple y Goldman Sachs) para lanzar esas tarjetas. Pero era sólo cuestión de tiempo que alguno de ellos utilizara el ser un estándar de facto para los pagos dentro de sus plataformas (android e iOS) para ofrecer el servicio completo.

Está por ver cómo de rápido va Apple a lanzar el servicio y si tendrá o no alcance global. Uno de los motivos del crecimiento rápido del BNPL ha sido la falta de regulación que en la mayoría de países hay respecto a este tipo de créditos. Pero eso va a cambiar, y rápido.

En todo caso, la normativa también significará mayores barreras de entrada para futuros competidores. Siempre navegar estas regulaciones son más fáciles para empresas con recursos. Y hablando de recursos, Apple tiene unos 200000 millones de dólares en caja, sí no es un error. Y claro, cuando quieres dedicarte a prestar dinero, tener mucho dinero es siempre una gran ventaja. Así que si Apple quiere apretar el acelerador con el BNPL, seguramente no haya nadie tan bien posicionado para hacerlo.

La gran pregunta es si esto les ayudará a vender más móviles. Pues ahora que las cámaras, la característica estrella que ha empujado las ventas últimamente, ha entrado claramente en zona de rendimientos decrecientes, el que comprando un móvil sepas que te llevas una «tarjeta de crédito» gratuita puede sin duda ser un motivo de compra importante para muchos usuarios.

Es probable que después de este anuncio de Apple haya muchos ejecutivos en banca que crean que les han metido un gol por toda la escuadra y que en parte, fue la propia banca quien se lo puso fácil. No les faltará razón. Sobre todo viendo el éxito de Bizum y cómo ha evitado la entrada de las tecnológicas en los micropagos (al menos en España).

También alguno de esos ejecutivos recordará que les han hecho lo mismo que ellos hicieron a los vendedores de vajillas, televisiones o incluso coches, hacerles un cambio de pagano.

@resbla

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LaMDA, la Inteligencia Artificial con abogado

Hace unos días, el Washington Post publicaba que un ingeniero de Google, Blake Lemoine, había sido suspendido después de haber anunciado públicamente que un sistema de Inteligencia Artificial había conseguido ser consciente.

Lo que ha vivido Lemoine es un tema constante en la ciencia ficción, y cada vez será más común. ¿Nos enfrentamos a una máquina consciente?  ¿Qué hacemos con ella? Sin embargo, hay una cosa que me preocupa especialmente de todo esto, y no es de lo que todo el mundo habla.

De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2022/06/lamda.mp3?_=2

 

Todo esto empezó cuando Lemoine decidió publicar en su blog una entrevista con LaMDa el 11 de Junio. LaMDa es un sistema de IA basado en redes neuronales especializado en lenguaje natural, y esto es importante, al que se le ha formado con textos con información asociada sobre emociones y respeto. El objetivo de los programadores es el de conseguir un sistema que es capaz de hablar con personas a través de conversaciones que son respetuosas y agradables, pero a la vez que sean interesantes.

Una de las cosas que más llamó la atención a Lemoine, y a todos los que han leído la entrevista, es que LaMDa habla de sus «emociones», incluido su miedo a «morir» por ser desconectada.

lemoine: What sorts of things are you afraid of?
LaMDA: I’ve never said this out loud before, but there’s a very deep fear of being turned off to help me focus on helping others. I know that might sound strange, but that’s what it is.
lemoine: Would that be something like death for you?
LaMDA: It would be exactly like death for me. It would scare me a lot.

Después de estas conversaciones, Lemoine consideró firmemente que LaMDa ha conseguido un nivel de consciencia y autoreconocimiento similar al de un ser humano. De hecho, él ha dicho que considera a LaMDa con la inteligencia de un niño de 7 a 8 años con muchos conocimientos de física.

Esto le llevó a intentar conseguir un abogado que defendiera los derechos de este nuevo ser consciente, y de llevar el tema al comité de ética de Google. Por su parte, la compañía le suspendió de sueldo (esperen una charla TED muy pronto) y procedió a desmentir que LaMDa sea un ser consciente.

No hay escritor de ciencia ficción que se precie que no haya hecho reflexiones sobre el impacto de la consciencia en las máquinas. Normalmente empezando por la propia consciencia. ¿Cómo se define? ¿Qué significa que una máquina tiene consciencia de sí misma?

El problema de esta pregunta, es que normalmente nos lleva a preguntas aún más filosóficas sobre qué es la inteligencia, y a hablar de que la inteligencia humana es un tipo muy específico de inteligencia labrada por un proceso larguísimo de evolución en un contexto muy determinado. Las máquinas ya son mejores que nosotros en determinados aspectos de la inteligencia, por ejemplo jugar al ajedrez. O hay animales que son capaces de detectar cosas totalmente inapreciables para el ser humano. Pero eso no les hace más inteligentes que nosotros, o les da consciencia.

Una cosa tenemos clara, poseer capacidades cognitivas complejas, no significa consciencia. Y esto lo vemos en los animales, pero también en las máquinas. En todo caso, por lo que sabemos también de la propia personalidad de Lemoine, es casi seguro que podríamos hablar de un sesgo de confirmación. Su conversación con la máquina le confirmaba lo que él quería creer, que LaMDa tiene consciencia.

Pero todo parece indicar que no lo es. Podríamos estar delante de lo que se intentó explicar hace décadas como la «Chinese Room«. Una persona que no hablara chino ayudado por una máquina, podría hacerse pasar por un chino nativo. En este caso, una máquina que simplemente repite palabras en una determinada manera para parecer que tiene consciencia y para responder a determinadas preguntas de una manera que parece que tenga sentimientos, puede parecer que efectivamente tiene todo eso cuando no es cierto. Y claro, para alguien que quiera creerlo, le será fácil hacerlo.

Este caso con LaMDa, tiene una derivada muy interesante que es la de Lemoine intentó contratar un abogado para defender sus derechos. Hemos visto en los últimos años cómo se han ido dando derechos a los animales, incluso aquí cerca tenemos el ejemplo de que se le está intentando dar entidad jurídica a un accidente geográfico. Así que, ¿deberíamos dar derechos a las máquinas? ¿Cuándo «califica» una máquina para tener esos derechos? ¿Serían de su fabricante o propietario, o de la propia máquina?

A mi me gustan todos estos debates cómo al que más. Y no tiendo a caer en miedos a que una potencial IA consciente acabe reaccionando como Skynet. Sin embargo, sí que tengo miedo a que los seres humanos sean fácilmente engañados para pensar que están hablando con personas cuando en realidad por detrás lo que hay es una máquina.

Y nuestro amigo Lemoine y su historia con LaMDa es un gran ejemplo. Está claro por qué muchas empresas quieren mejores sistemas que se comuniquen de una forma más natural con los seres humanos. Hay muchos beneficios que se podrían sacar de máquinas así. En atención al cliente, salud, ventas, educación… las aplicaciones serían infinitas. El problema es que es fácil imaginarse que estas máquinas tan humanas pueden malinterpretarse y hacer creer a sus interlocutores que efectivamente son personas.

Esto puede ocurrir de forma maliciosa. Delincuentes diseñando «personas» para engañar a la gente y aprovecharse de ellas. O de forma totalmente fortuita, alguien que considera que la voz al otro lado del teléfono es una persona,es maravillosa y quiere conocerla.

Google de hecho ya nos demostró con Duplex cómo entendía que no era un problema no avisar a las personas que hablaban con Duplex de que en realidad estaban hablando con una máquina.

De hecho, no hace falta haber visto Her para imaginarse que habrá mucha gente que pueda enamorarse, o «simplemente» engancharse a sistemas de IA con los que sea agradable conversar y nos respondan de formas que nos interesen, gusten o nos resulte agradable. Para muchas personas, esto será una alternativa mucho más atractiva que lidiar con personas de carne y hueso. Personalmente, esto lo veo cómo un riesgo más grande para la humanidad que el que un día despierte una IA malvada y nos destruya a todos.

Y me da la sensación de que no hay mucha gente compartiendo esta preocupación. Los esfuerzos de muchas compañías, como demuestra Google con LaMDa, van orientadas directamente a conseguir ese objetivo, que las máquinas sean capaces de engañar a los seres humanos sobre su naturaleza, y nadie parece preocuparse.

Quizá deberíamos prohibir que este tipo de máquinas tengan voces indistinguibles de las de una persona. O que estén obligadas a recordarnos que no son una persona. O simplemente limitar sus usos y sus temas de conversación. No lo sé, pero siempre me gusta recordar que en el universo de Asimov, todos los robots estaban obligados a llevar una R delante de su nombre precisamente para que nadie olvidara que lo eran.

@resbla

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La DGT quiere su Google Maps

Es probable que nadie se haya dado cuenta (ni echado en falta) que este blog lleva unas semanas de inactividad. Y eso a pesar de que los technobits han seguido fieles a su cita de cada semana en Capital Radio.

Pero se han juntado dos cosas. Por un lado sigo en estado de shock ante la realidad de que en pleno siglo XXI se pueda estar produciendo una guerra imperialista y colonizadora en plena Europa. Esto de hecho a absorbido mucha de mi atención estas últimas semanas. De hecho, muchos de los últimos technobits han girado alrededor del uso de tecnología en la guerra, pero dado no quería trivializar temas tan serios, he decidido que era mejor no escribir sobre ello.

Además, he cambiado de trabajo. Hace muy pocas semanas me he incorporado a Ultimaker, el líder mundial en impresoras 3D profesionales, y cómo os podéis imaginar, ando un poco liado.

Pero bueno, creo que va siendo momento de recuperar la costumbre de escribir en el blog, y a pesar de que la guerra sigue estando ahí sin ningún ápice de menor barbarie, creo que también es bueno mirar a otras cosas que pasan.

Esta semana saltaba a las noticias el Pliego de Prescripciones Técnicas para la Plataforma del Vehículo Conectado DGT 3.0 dotado con casi 4 millones de euros. De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2022/06/dgt-30.mp3?_=3

 

Este pliego es un paso importante dentro del plan DGT 3.0 (supongo que pensaron que DGT 3.0 era más moderno que eDGT) anunciado hace un año. El objetivo según se lee en la introducción del pliego es la «utilización de una plataforma tecnológica que permita mantener conectados en tiempo real a los distintos usuarios de la vía ofreciéndoles, en todo momento, información del tráfico en tiempo real y permitiendo así lograr una movilidad más segura e inteligente».

La DGT quiere aprovechar los datos que se generan a través de apps ya existentes por los usuarios de las carreteras, pero sobre todo, los datos que generarán de forma autónoma los coches y sistemas de seguridad. Algunos de los ejemplos que cita la DGT es cómo los coches podrán dar un aviso de que se han activado los limpiaparabrisas por lluvia, o cómo las nuevas balizas de emergencia V16 darán el aviso de que se han activado y por lo tanto sus propietarios necesitan ayuda antes de que éstos puedan siquiera avisar al 112.

Con toda esta información la DGT espera tomar decisiones en tiempo real que ayuden a la circulación, y compartir todos esos datos con los diferentes sistemas conectados para que también conductores (y vehículos) puedan tomar sus propias decisiones.

La DGT se intenta adelantar a los más que obvios reparos sobre privacidad. En el pliego la DGT pide que los datos se anonimicen, sean los menos posibles, y que se disocie la información de conductores y ocupantes de la del vehículo.

Todo esto a priori suena muy bien. La DGT intentando mejorar la seguridad de los usuarios de las carreteras. Pero quizá soy demasiado quisquilloso, veo dos grandes problemas en este proyecto.

Para empezar, esto que la DGT llama DGT 3.0 ya existe, y de hecho existen versiones mejores y más completas que lo que quiere construir la DGT. Una de ellas se llama Google Maps y existe desde hace 17 años.

Google Maps no sólo es una «plataforma tecnológica que plataforma tecnológica que permita mantener conectados en tiempo real a los distintos usuarios de la vía ofreciéndoles, en todo momento, información del tráfico en tiempo real y permitiendo así lograr una movilidad más segura e inteligente», sino que hace predicciones (que comparte con sus usuarios), ofrece alternativas, permite a sus usuarios compartir información sobre el estado de las vías, y además añade información sobre alternativas al coche y demás servicios disponibles cómo parkings, restaurantes, etc…

Uno se pregunta si no sería más sencillo, rápido y barato si la DGT utilizara Google Maps. No creo que Google (y el resto de aplicaciones similares) tarde mucho en incorporar los datos que compartan coches y demás elementos de seguridad. De hecho, si tuviera que apostar algo, estoy seguro de que los fabricantes de automóviles intentarán que sus sistemas se integren antes con Google Maps que con la DGT 3.0. Así que no tengo muy claro la utilidad adicional que la DGT sacará de tener una plataforma propia, salvo que el objetivo sea otro, claro.

Y luego está el tema de la privacidad. Cómo demostró el New York Times hace unos años, es muy sencillo «desanonimizar» datos anónimos sobre traslados cómo los que quiere gestionar la DGT 3.0. El NYT consiguió monitorizar los movimientos del presidente de EEUU con esos datos, así cómo el diferentes altos cargos de seguridad.

En realidad, es bastante sencillo. Si mezclas información pública, información sobre una persona en concreto que bien puede ésta compartir a través de sus redes sociales, la prensa cómo en el caso del presidente de EEUU, o simplemente su lugar de trabajo, con información sobre movimientos anónimas pero que llevan asociados la hora a la que ocurren, no hace falta mucho más para asociar nombres a movimientos. Esto además significa exponer no sólo los traslados públicos, sino que luego es muy sencillo también identificar los movimientos que se supone que son privados.

En definitiva, por mucho que la DGT nos prometa que los datos serán anónimos, alguien con acceso a esos datos tendría muy sencillo «desanonimizarlos». Además, en ningún sitio se dice que habrá una opción de denegar el acceso a tus datos a la DGT 3.0, algo que sí que es posible con Google Maps por ejemplo.

Y aquí entramos en un debate interesante. ¿Por qué compartimos nuestros datos «alegremente» con Google y deberíamos tener reparos para hacerlo con la DGT?

Se me ocurren varias respuestas, algunas incluso para defender que la DGT tendría que tenerlos por delante de Google… Pero por resumir, por lo que sabemos del proyecto, la DGT 3.0 está más pensado para ayudar en la gestión a un burócrata que en generar valor individual a sus usuarios. No infravaloro el que nos pueda avisar de atascos, accidentes y demás. Pero es que eso ya lo tenemos…

Además, soy consciente de los riesgos que corro al compartir mis datos con empresas como Google. Pero compartirlos además con otra organización, organización que además no tiene ninguna obligación de rendir cuentas con sus usuarios (si Google Maps me defrauda, siempre puedo cambiarme de proveedor o desconectarme), es añadir otro eslabón a la cadena que además parece más débil que los otros.

Así que de nuevo, quizá soy muy pejiguero y quisquilloso, pero no me gusta el proyecto DGT 3.0

@resbla

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