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Los micropagos llegan a los coches

Cualquiera que siga mínimamente este blog, sabe que aquí somos muy fans de la innovación en los modelos de negocio. De hecho, parece claro que es la innovación que más rentable. Ya hemos hablado varias veces de cómo los autores de los 10 Types of Innovation encontraron datos que así lo corroboran.

Así que cuando leemos noticias sobre empresas que se lanzan a innovar en este sentido, y más, cuando lo hacen desde una posición consolidada dentro de un modelo de negocio tradicional para su sector, nos llama mucho la atención.

Esto ha anunciado BMW hace pocos días, y de esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2020/07/micropagos.mp3?_=1

 

El sector del automóvil no puede decirse que haya innovado mucho en cuanto a su modelo de negocio. Más allá de tipos de financiación que en algunos casos se acercan al pago por uso, y sus incursiones en los modelos de car sharing, no se puede hablar de mucho más. Y eso parece poco para una industria que tiene más de 100 años.

Es curioso también que Mercedes anunciara también hace pocos días que abandonaba su servicio de suscripción. Con este servicio, el usuario pagaba una mensualidad y tenía acceso a una flota de coches que podía ir reservando según sus necesidades. Sin embargo, el hueco que queda para este tipo de servicios entre el alquiler diario y un renting parece que es demasiado pequeño. Hay otras marcas que siguen intentándolo, pero no parece que tenga mucho más recorrido.

Por eso es interesante que BMW (que también está probando con la suscripción) anunciara la semana pasada que va a empezar a implementar los micropagos en sus coches.

El mejor ejemplo de los modelos de negocio basados en micropagos se puede ver en los videojuegos, principalmente en los juegos que son gratis, pero que incluyen estos micropagos para ir accediendo a mejoras o personalizaciones.

Si el mercado de los videojuegos fue de más de 100000 millones de dólares el año pasado, el 80% de esos ingresos vinieron de juegos gratis. De hecho, un juego gratuito, Fortnite, fue el que más facturó con 1800 millones de dólares. Y este año, hay un nuevo líder, pero también gratuito, PUBG.

A pesar de que hace una década algunos pensaban que los micropagos no tenían futuro, ahora es sin duda uno de los modelos de negocio de más éxito. Sin embargo, es importante ver que dónde está funcionando es en entornos dónde hay un «gancho» gratuito (lo estamos viendo también en la prensa digital), para luego pasar a una especie de servicio a la carta donde el usuario elige lo que quiere con pagos individuales. Volveremos sobre esto.

Cuando Andreessen dijo que el software se iba a comer al mundo, se refería también a los coches. En la actualidad, aunque lo más obvio sea la parte de información y entretenimiento, el software es omnipresente, y es lo más importante en los coches. Prácticamente toda la mecánica está ya gestionada por software, y si no que se lo digan a Volkswagen.

En una rueda de prensa la semana pasada, BMW anunció entre otras cosas su visión para el coche conectado, y muy en concreto, la parte de personalización digital bajo demanda. Sin entrar en muchos detalles, BMW dice que empezará a ofertar servicios que se podrán comprar desde el coche y que aumentarán las características del coche después de salir del concesionario sobre todo alrededor del confort y de sistemas de asistencia a la conducción. BMW también habla de cómo esto puede ayudar en el mercado de segunda mano ya que el nuevo propietario del coche podría añadir funcionalidades que no se pusieron de origen.

Parece que en la rueda de prensa se pusieron como ejemplos la opción de asientos calefactables. De esta manera, podrías pagar sólo por ellos durante los meses de más frío. No sería tampoco descabellado el pensar que se pudiera pagar por un nuevo mapa de potencia para el motor para un día que te sientas más deportivo, o cuando quieras ser más ecológico.

Todo esto implicaría que toda la mecánica (ie: hardware) estaría ya ahí, y que se habilitaría o deshabilitaría por software. Esto por un lado tiene la ventaja para el fabricante de que con un sólo modelo de coche (ie: plataforma), tendría en realidad casi un número infinito de opciones para sus clientes. Además, la estandarización traería cierto ahorro de costes, aunque por otro lado, habría mucho hardware que podría no utilizarse nunca y por lo tanto, superfluo.

En realidad, los fabricantes de coches llevan haciendo esto hasta cierto punto desde hace tiempo. Por ejemplo, montando los mismos motores pero cambiando sus rendimientos por software para generar una segmentación de precios y potencia. Esto lo saben bien los fans del chipeo.

Sin embargo, y a pesar de que creo que veremos este modelo de negocio antes o después imponiéndose en los coches, creo que BMW no tendrá mucho éxito (y no quiero quedar retratado como el autor del artículo sobre el mal futuro de los micropagos).

Por un lado, estos coches cargados con todos los extras van a ser un chollo para hackers que sean capaces de activar todos esos extras gratis. Mientras que en entornos 100% de software en la nube, ese hackeo es muy complicado de hacer. Por ejemplo, conseguir una gorra exclusiva para tu personaje de Fortnite sin pasar por caja. La historia nos dice que el hardware siempre hay alguien con tiempo y ganas para hackearlo, y si no, que les pregunten por ejemplo a los fabricantes de consolas o teléfonos móviles.

Pero por otro, y aunque hemos hablado mucho aquí sobre que no todas las disrupciones vienen de la innovación disruptiva de Christensen, en este caso, BMW debería hacerle caso (igual que Mercedes no lo hizo con sus suscripción).

Este tipo de innovaciones funcionan mejor ofertando a clientes sobreservidos opciones de menor coste. En principio los clientes de BMW están sin duda sobreservidos, pero lo hacen muy a gusto por los aspectos emocionales del job-to-be-done.

La propuesta de BMW es a esos clientes que ya están sobreservidos de entrada (con más coche del que necesitan desde un punto de vista funcional), es ofrecerles más servicios a la carta, con lo cual en realidad sólo nos centramos en aspectos funcionales y no emocionales, pero sin tocar de forma radical el precio.

Para que BMW siguiera la estrategia de Christensen, debería ofertar (a ser posible sin marca BMW) un modelo completamente mínimo pero funcional, incluso para ser más radical, con un uso mínimo gratuito, y permitir esos micropagos por las diferentes funcionalidades sobre la marcha.

Esto, por supuesto podría llevarnos a futuros casi distópicos en los que ante un día de lluvia, el fabricante nos ofreciera el ABS y el control de tracción con «precios dinámicos» cómo hace Uber los días de conciertos por la noche.

Estoy seguro que alguien en algún momento ofertará un coche (o medio de transporte) por poquísimo dinero que permita un uso muy básico pero que se pueda ir «enriqueciendo» en base a micropagos. Pero no será BMW.

@resbla

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La micromovilidad no es negocio

Llevamos varias semanas de continuas malas noticias en el sector de la micromovilidad. Da igual que sean patinetes, bicicletas, motos o coches compartidos, todas las empresas del sector lo están pasando mal.

La mayoría de ellas son startups, y sus inversores se están cansando de inyectar dinero a lo que ahora mismo parece un pozo sin fondo. Y por supuesto, Softbank está en algunas de ellas.

De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2020/01/micromovilidad.mp3?_=2

 

El sector de la micromovilidad ha sido un raro caso en el que inversores, público y políticos han estado de acuerdo en sus beneficios para la sociedad, y concretamente, para las ciudades.

Cierto es que ha habido diferencias importantes en cuanto a la opinión sobre quién y cómo debería gestionarlo, pero en general, existe consenso en que la micromovilidad será una parte importante del transporte urbano en el futuro próximo desplazando al vehículo privado.

A nivel de inversión de capital riesgo, la micromovilidad ha sido una locura sin precedentes y nos ha generado el unicornio más rápido de la historia. Bird lo consiguió en poco más de un año después de su fundación.

El negocio se espera que sea enorme…

Pero el problema es el negocio actual. Más allá de las continuas y abultadísimas pérdidas de Uber y Lyft y que cada vez parece más difícil que vayan a ser capaces de dar la vuelta. Por cierto, tanto uno cómo otro tienen también servicios de patinetes y bicicletas. Uber a través de la compra de Jump, y Lyft con un servicio que también ha recortado de forma importante recientemente.

Hablando de bicicletas, todos hemos visto las pilas de bicicletas que la increíble caída de las startups chinas de bicicletas compartidas han dejado por todo el mundo, aunque muy especialmente en China. De las más grandes, Mobike sigue operativa, pero Ofo dejó una bancarrota catastrófica.

Pero las cosas no van mejor para las empresas de carsharing. Hace pocas semanas, la filial de Car2Go en EEUU anunciaba que cesaba operaciones en todo norteamérica pocos meses después de dejar China. A pesar de que Car2Go es sin duda el líder mundial en carsharing y de que parece que es un negocio rentable, se ve que BMW y Damlier (sus dueñas) no parece que vean un potencial negocio importante en el carsharing antes de la llegada de los vehículos autónomos.

Las motos compartidas tampoco parece que vayan muy bien. Coup, una startup alemana propiedad de Bosch, que operaba más de 1300 scooters en Madrid cerró de un día para otro dejando muchas de esas motos tiradas en la calle.

Y tampoco los patines van mucho mejor. Después del patinegedón que se fue tan rápido cómo llegó, han ido sorteando cómo han podido las nuevas normativas que han ido surgiendo en cada una de las grandes ciudades del mundo. Pero tantos problemas han tenido sus víctimas. La última, el mayor unicornio del sector, Lime abandona latinoamérica y algunas otras ciudades en EEUU, en total, 12 ciudades.

Cómo decía antes, creo que nadie duda que estas soluciones de micromovilidad están aquí para quedarse. Sin embargo, no está muy claro cuál es el modelo de negocio viable, o peor, si esto es negocio.

Y es que a pesar de los miles de millones que han levantado estas empresas, y los millones de usuarios que han conseguido en todo el mundo, creo que estas startups no fueron capaces de prever tres cosas:

  • La altísima tasa de vandalismo. Desde hackeos, hasta robos para venderlos en países del tercer mundo, pasando simplemente por el maltrato. Los gastos de mantenimiento, que ya de por sí eran muy altos, se han disparado.
  • Las restrictivas normativas que han emergido en las grandes ciudades. Con una dificultad añadida, cada ciudad está tomando decisiones diferentes y ni siquiera en un mismo país hay una normativa homogénea.
  • El coste de adquisición que no baja. En general, las startups apuestan a que sus costes de adquisición de nuevos usuarios irá bajando gracias a economías de escala y de red, además de generación de eficiencias. Esto es por lo que apuestan los inversores con su dinero. Sin embargo, entre la enorme competencia entre empresas y diferentes tipos de micromovilidad, y que el número de usuarios nuevos no crece de forma rápida, estos costes están lejos de disminuir.

Creo que vamos a ver una especie de «invierno de la micromovilidad» hasta que no empiecen a aparecer vehículos autónomos que no sólo mejorarán la experiencia de usuarios, sino que abaratarán su mantenimiento al ser capaces de ir solos a los centros de mantenimiento o carga.

Mientras tanto, no les va a quedar otro remedio a los ayuntamientos que quieran tener una buena oferta de servicios de micromovilidad que explorar el incorporar algunos de estos servicios a sus empresas públicas de transporte.

Es debatible si esto debe o no ser un servicio público, pero la realidad es que los únicos servicios de verdadero éxito en diferentes partes del mundo son los servicios de bicicletas compartidas cómo en Londres, Nueva York o Madrid que con diferentes grados de gestión publico-privada han conseguido sobreponerse a los grandes retos de estos servicios.

@resbla

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Publicidad personalizada, una de las peores ideas en la historia de los negocios

Llamadme rarito, pero no me gusta la publicidad. Después de años de entrenamiento, soy capaz de que la publicidad digital que aparece en webs y apps me sea totalmente transparente. La publicidad se convierte en obstáculos a superar para llegar al contenido que quiero. Personalmente, no creo haber dado nunca un click a una publicidad de forma consciente.

No quiero caer en un sesgo de correspondencia, pero no parece que sea el único que tiene un problema con la publicidad online. Deloitte encontró que tres cuartos de estadounidenses utilizan algún tipo de solución para bloquear la publicidad online, y que hasta un 10% utiliza simultáneamente 4 formas de bloquear la publicidad (me veo representado).

Pero no sólo eso, el 91% de los usuarios piensa que los anuncios son más intrusivos que hace sólo dos años, además de que son más numerosos y son más «personalizados»… Todo, como algo negativo.

No sé quién tuvo la idea de que la publicidad personalizada es una buena noticia, pero lo que sí que sé es que quien la tuvo, no pensaba en los usuarios, pensaba en sí mismo.

De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2019/10/mercedes.mp3

La semana pasada, la app que Mercedes tiene para que los propietarios de los coches de su marca hagan cosas como localizarlo, abrirlo, acceder a información de mantenimiento, o muy importante, poner la calefacción antes de subirte al coche un día de frío, de repente empezó a compartir datos personales de forma indiscriminada

Desde datos de contacto, hasta información geolocalizada, incluyendo posición actual y recorridos pasados. Todo parece que ha sido cuestión de un problema de la app, y seguramente, ya esté solucionado. Pero me pregunto, ¿necesita Mercedes toda esa información para permitirnos encender y apagar la calefacción?

La respuesta es sencilla, sí, claro, la necesita para darte una experiencia personalizada (ironía off).

Hace también unos pocos días, empecé a ver que en determinados canales de televisión me empezaban a salir avisos de cookies. Al principio no le dí mayor importancia, veo poco la tele en abierto y me suena haber leído que las cadenas de televisión estaban lanzando instalaciones de sus servicios de vídeo bajo demanda. 

Pero después de varios avisos de cookies y ver que no ocurría nada diferente en mi tele, decidí investigar. Resulta que en una opción nada obvia de la tele, conseguí sacar la configuración de cookies para esos canales, y vi esto:

Medición de audiencias… vale. Personalización de contenidos con base en tu perfil… bueno. Personalización de la publicidad con base en tu perfil… A ver, que quieres vender publicidad más cara porque les dices a tus clientes que la publicidad personalizada es más efectiva. Véase arriba, no quiero publicidad, ni personalizada ni generalista… Ni de coña. Pero «asociación de dispositivos conectados a tu red»… ¿En serio? ¿Quieres saber qué dispositivos hay en mi red doméstica? Tremendo

Hace poco Fortune publicaba un artículo con este sugerente título, tu televisión inteligente se está volviendo demasiado inteligente. En el artículo se deja entrever cómo las empresas de publicidad están viendo en las televisiones una forma de entrar en los domicilios de forma desapercibida. Televisión inteligente es un oxímoron que intenta colarnos un gol por la escuadra igual que el de publicidad personalizada.

El problema de todo esto, aunque parezca que estamos en una situación grave y avanzada, es que aún la cosa puede empeorar, y mucho. Estamos ya dando los primeros pasos en una nueva realidad en la que tecnologías cómo el reconocimiento facial sean omnipresentes, y de nuevo, se van a vender cómo una ventaja para sus usuarios

Lo están haciendo los estados. Más allá del ejemplo distópico de China y su sistema de «Crédito Social«, Francia está estudiando incluir el reconocimiento facial obligatorio como parte de sus sistemas de identidad. 

En EEUU, se están instalando este tipo de sistemas en institutos y colegios como respuesta a la sensación de inseguridad que existe después de tantos casos de tiroteos en centros de estudio. 

En estos dos casos, los estados están jugando la carta de nuestra seguridad para ir instalando sistemas que nos mantengan constantemente identificados y localizados. Pero claro, el reconocimiento facial, siguiendo la falacia de que los usuarios queremos publicidad personalizada, es perfecta para darnos más personalización

Compañías aéreas, pagar el autobús urbano, sacar dinero del banco Con la excusa de la sencillez y la conveniencia, nos acercamos a eso que se llamó «momento Minority Report»  que hace no tanto tiempo la industria decía que quería evitar para no asustar a los clientes más de lo debido.

Sobre la falacia de la publicidad personalizada se han montado imperios. Ya se sabe eso de que si es gratis, tú eres el producto. Y es fácil prever que tecnologías como el reconocimiento facial sólo los apuntalarán o crearán nuevos gigantes. 

Además, la conveniencia y la seguridad son siempre argumentos muy potentes para ceder nuestra privacidad. Por eso, más que nunca, creo que es necesaria una reflexión colectiva sobre dónde están los límites a todo esto. La autoregulación no funcionará. El premio es demasiado goloso, pero creo que todos estamos de acuerdo en que no se necesita vender nuestra alma al diablo para calentarnos las posaderas en nuestro coche.

@resbla

PD: Yo soy de la idea de que hay que romper los datos

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