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¿Máquinas que generan empatía? ¡No, gracias!

Parece que las GAFA no pueden evitar tener ideas pésimas para alrededor de la aplicación de la Inteligencia Artificial. Si la semana pasada ya hablábamos de LaMDA y cómo Google está desarrollando una IA diseñada para hacer creer a los humanos que tiene consciencia, ahora sabemos que Amazon está intentando desarrollar máquinas que generen empatía en sus usuarios.

De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2022/06/alexa-empatia.mp3?_=1

 

Pero antes, volvamos a LaMDA. Justo después de publicar el artículo sobre el tema, entrevistaron a Lemoine, el ingeniero co-protagonista de la historia, en Bloomberg. La entrevista es interesantísima, y deja intuir también la personalidad de Lemoine. Me atrevo a decir que sus sesgos probablemente le hayan convencido de que LaMDA tiene consciencia y es un ejemplo más de cómo máquinas diseñadas para ello podrían hacernos creer cualquier cosa.

Pero volvamos a Amazon. En su última conferencia anual re:MARS (Machine Learning, Automation, Robotics, Space), entre otras muchas cosas, se habló de Alexa e IA empática. Os dejo el vídeo justo dónde se empieza a hablar de ello.

Personalmente, me parece una película de terror. El presentador, el investigador líder de IA de Amazon presenta el vídeo hablando de cómo Alexa es capaz de generar empatía y afecto en los seres humanos, algo muy necesario después de la pandemia del COVID. En el vídeo, un niño pide a Alexa que acabe el cuento con la voz de su abuela… Hay tantas cosas malas en todo esto.

Se lleva observando y estudiando desde hace tiempo que los seres humanos desarrollan empatía hacia robots humanoides. Es decir, nuestra Roomba no nos genera sentimientos, pero si tuviera forma humana (o animal), probablemente nos sentiríamos mal si la hiciéramos trabajar todo el día o si la pisáramos.

Esto tiene unas implicaciones y ramificaciones muy difíciles de predecir. Quizá me repito demasiado, pero si leemos a Asimov y el universo que creó alrededor de los robots, parece que él anticipó muchas de estas cosas. Mientras que en todo el universo se prohibieron los robots que fueran imposibles de distinguir de un ser humano, en un planeta, Solaria, siguieron fabricándolos y cada vez más perfectos. El resultado fue que los habitantes de Solaria acabaron rodeándose de robots y rechazando el contacto humano.

Sé que la ciencia ficción está llena de predicciones distópicas que no se cumplen, pero no me cuesta imaginarme que máquinas diseñadas para generar emociones y empatías hacia ellas pueden generar comportamientos (e incluso trastornos) muy negativos para sus usuarios y las personas que les rodean.

Por otro lado, la tecnología que presenta Amazon y que potencialmente podría llegar a Alexa es impresionante. Con un minuto de voz de una persona, Alexa será capaz de generar una réplica de alta calidad de esa voz. Con su prosodia, tono, timbre… Pero también, muy peligroso.

Las estafas utilizando deepfakes de voz han ido aumentando últimamente. El caso más sonado fue el robo de 35 millones de dólares en un banco de Hong Kong utilizando esta tecnología. Pero tampoco hay que pensar en grandes delitos. ¿Cuánto tardaría un niño en pedir a Alexa que llame a su profesora poniendo la voz de su madre diciendo que está enfermo? ¿O que llame a un amigo para que le pida con la voz de su hermano que le haga un bizum? Por no pensar en que el bullying con los deepfakes podría ser aún más cruel.

Está claro que tecnologías de voz realista pueden tener usos muy positivos en salud. Pero incluso en usos a priori inocuos, call centers, incluso estos asistentes de voz, creo sinceramente que diseñarlos tan perfectos cómo que la gente se lleve a engaño, y por lo tanto, genere expectativas (o sentimientos) erróneos es algo simplemente poco deseable.

Si la industria no se da cuenta de esto y no empieza rápido a poner salvaguardas para que esto ocurra, será el momento de una regulación dura que seguramente no beneficie a nadie.

Aunque hay otra alternativa, que el público en general acabe tan harto y con tanto miedo de estas tecnologías que genere un rechazo que mande a todo el sector a una suerte de «invierno de la IA«. Lo hemos visto antes, ¿os acordáis de las gafas de Google?

@resbla

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LaMDA, la Inteligencia Artificial con abogado

Hace unos días, el Washington Post publicaba que un ingeniero de Google, Blake Lemoine, había sido suspendido después de haber anunciado públicamente que un sistema de Inteligencia Artificial había conseguido ser consciente.

Lo que ha vivido Lemoine es un tema constante en la ciencia ficción, y cada vez será más común. ¿Nos enfrentamos a una máquina consciente?  ¿Qué hacemos con ella? Sin embargo, hay una cosa que me preocupa especialmente de todo esto, y no es de lo que todo el mundo habla.

De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2022/06/lamda.mp3?_=2

 

Todo esto empezó cuando Lemoine decidió publicar en su blog una entrevista con LaMDa el 11 de Junio. LaMDa es un sistema de IA basado en redes neuronales especializado en lenguaje natural, y esto es importante, al que se le ha formado con textos con información asociada sobre emociones y respeto. El objetivo de los programadores es el de conseguir un sistema que es capaz de hablar con personas a través de conversaciones que son respetuosas y agradables, pero a la vez que sean interesantes.

Una de las cosas que más llamó la atención a Lemoine, y a todos los que han leído la entrevista, es que LaMDa habla de sus «emociones», incluido su miedo a «morir» por ser desconectada.

lemoine: What sorts of things are you afraid of?
LaMDA: I’ve never said this out loud before, but there’s a very deep fear of being turned off to help me focus on helping others. I know that might sound strange, but that’s what it is.
lemoine: Would that be something like death for you?
LaMDA: It would be exactly like death for me. It would scare me a lot.

Después de estas conversaciones, Lemoine consideró firmemente que LaMDa ha conseguido un nivel de consciencia y autoreconocimiento similar al de un ser humano. De hecho, él ha dicho que considera a LaMDa con la inteligencia de un niño de 7 a 8 años con muchos conocimientos de física.

Esto le llevó a intentar conseguir un abogado que defendiera los derechos de este nuevo ser consciente, y de llevar el tema al comité de ética de Google. Por su parte, la compañía le suspendió de sueldo (esperen una charla TED muy pronto) y procedió a desmentir que LaMDa sea un ser consciente.

No hay escritor de ciencia ficción que se precie que no haya hecho reflexiones sobre el impacto de la consciencia en las máquinas. Normalmente empezando por la propia consciencia. ¿Cómo se define? ¿Qué significa que una máquina tiene consciencia de sí misma?

El problema de esta pregunta, es que normalmente nos lleva a preguntas aún más filosóficas sobre qué es la inteligencia, y a hablar de que la inteligencia humana es un tipo muy específico de inteligencia labrada por un proceso larguísimo de evolución en un contexto muy determinado. Las máquinas ya son mejores que nosotros en determinados aspectos de la inteligencia, por ejemplo jugar al ajedrez. O hay animales que son capaces de detectar cosas totalmente inapreciables para el ser humano. Pero eso no les hace más inteligentes que nosotros, o les da consciencia.

Una cosa tenemos clara, poseer capacidades cognitivas complejas, no significa consciencia. Y esto lo vemos en los animales, pero también en las máquinas. En todo caso, por lo que sabemos también de la propia personalidad de Lemoine, es casi seguro que podríamos hablar de un sesgo de confirmación. Su conversación con la máquina le confirmaba lo que él quería creer, que LaMDa tiene consciencia.

Pero todo parece indicar que no lo es. Podríamos estar delante de lo que se intentó explicar hace décadas como la «Chinese Room«. Una persona que no hablara chino ayudado por una máquina, podría hacerse pasar por un chino nativo. En este caso, una máquina que simplemente repite palabras en una determinada manera para parecer que tiene consciencia y para responder a determinadas preguntas de una manera que parece que tenga sentimientos, puede parecer que efectivamente tiene todo eso cuando no es cierto. Y claro, para alguien que quiera creerlo, le será fácil hacerlo.

Este caso con LaMDa, tiene una derivada muy interesante que es la de Lemoine intentó contratar un abogado para defender sus derechos. Hemos visto en los últimos años cómo se han ido dando derechos a los animales, incluso aquí cerca tenemos el ejemplo de que se le está intentando dar entidad jurídica a un accidente geográfico. Así que, ¿deberíamos dar derechos a las máquinas? ¿Cuándo «califica» una máquina para tener esos derechos? ¿Serían de su fabricante o propietario, o de la propia máquina?

A mi me gustan todos estos debates cómo al que más. Y no tiendo a caer en miedos a que una potencial IA consciente acabe reaccionando como Skynet. Sin embargo, sí que tengo miedo a que los seres humanos sean fácilmente engañados para pensar que están hablando con personas cuando en realidad por detrás lo que hay es una máquina.

Y nuestro amigo Lemoine y su historia con LaMDa es un gran ejemplo. Está claro por qué muchas empresas quieren mejores sistemas que se comuniquen de una forma más natural con los seres humanos. Hay muchos beneficios que se podrían sacar de máquinas así. En atención al cliente, salud, ventas, educación… las aplicaciones serían infinitas. El problema es que es fácil imaginarse que estas máquinas tan humanas pueden malinterpretarse y hacer creer a sus interlocutores que efectivamente son personas.

Esto puede ocurrir de forma maliciosa. Delincuentes diseñando «personas» para engañar a la gente y aprovecharse de ellas. O de forma totalmente fortuita, alguien que considera que la voz al otro lado del teléfono es una persona,es maravillosa y quiere conocerla.

Google de hecho ya nos demostró con Duplex cómo entendía que no era un problema no avisar a las personas que hablaban con Duplex de que en realidad estaban hablando con una máquina.

De hecho, no hace falta haber visto Her para imaginarse que habrá mucha gente que pueda enamorarse, o «simplemente» engancharse a sistemas de IA con los que sea agradable conversar y nos respondan de formas que nos interesen, gusten o nos resulte agradable. Para muchas personas, esto será una alternativa mucho más atractiva que lidiar con personas de carne y hueso. Personalmente, esto lo veo cómo un riesgo más grande para la humanidad que el que un día despierte una IA malvada y nos destruya a todos.

Y me da la sensación de que no hay mucha gente compartiendo esta preocupación. Los esfuerzos de muchas compañías, como demuestra Google con LaMDa, van orientadas directamente a conseguir ese objetivo, que las máquinas sean capaces de engañar a los seres humanos sobre su naturaleza, y nadie parece preocuparse.

Quizá deberíamos prohibir que este tipo de máquinas tengan voces indistinguibles de las de una persona. O que estén obligadas a recordarnos que no son una persona. O simplemente limitar sus usos y sus temas de conversación. No lo sé, pero siempre me gusta recordar que en el universo de Asimov, todos los robots estaban obligados a llevar una R delante de su nombre precisamente para que nadie olvidara que lo eran.

@resbla

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La Gran Renuncia o la Gran Sustitución

En EEUU llevan tiempo hablando de la Gran Renuncia (Great Resignation). Hay muchas explicaciones, normalmente diferentes dependiendo de qué «lado» vengan, pero lo único que parece claro es que hay un número importante de trabajadores allí que están dejando sus trabajos para no volver al mercado laboral.

Esto no significa que falten ofertas de trabajo, muy al contrario, el mercado laboral en EEUU está en cifras récord de ofertas. Así que, ante la escasez de trabajadores, los empresarios están mirando a otro lado, a los robots.

De todo esto hablamos en este technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2021/11/gran-renuncia.mp3?_=3

 

Es difícil hacer un resumen sobre el tema de la Gran Renuncia, pero los datos son impresionantes. En septiembre (último mes para el que hay datos) en EEUU se estableció un nuevo récord de gente que daja su trabajo, 4.4 millones de personas. Esto ocurre mientras los números de puestos de trabajo que se mantienen sin cubrir se mantiene en récord histórico por encima de los 10 millones, y el paro sigue bajando, aunque no tan rápido cómo se podría intuir y aún sigue por encima de los niveles pre-pandemia.

Hay una parte de esa Gran Renuncia que se explica porque muchos trabajadores están aprovechando la situación para mejorar sus condiciones laborales. De hecho, muchas empresas están subiendo sus sueldos mínimos, aunque descontando la inflación están en negativo.

También hay mucha gente que se está replanteando su vida profesional después del COVID, gente que está emprendiendo o buscando trabajos fuera de entornos de oficina, pero lo que más perdido tiene a los analistas es la cantidad de gente que sale del mercado para no volver.

Algunos piensan que hay mucha gente cerca de la edad de jubilación que están aprovechando para jubilarse de forma anticipada, y otros, que las ayudas (limitadas) que se establecieron durante la pandemia están sirviendo de incentivo para que la gente no quiera trabajar. De hecho, algunos estados las están retirando y muchos aplauden.

En todo caso, en una clase de microeconomía de primero aprenderíamos que las empresas en estos casos subirán los sueldos o buscarán una alternativa. Y esa alternativa parece que son los robots. En EEUU, el 2021 va para récord. Durante los primeros 9 meses del año se han instalado un 40% más que el año pasado y más que el anterior máximo en el 2017.

También es muy interesante ver cómo por primera vez se han instalado más robots en sectores no relacionados con la automoción que en la fabricación de automóviles, tradicionalmente el sector más automatizado. Cada vez se instalan más en el sector del metal, la agricultura y la restauración. De hecho, a nivel mundial, el sector de la electrónica ha superado por primera vez al de automoción cómo el que más robots instala y los robots de servicios están creciendo de forma espectacular.

Muchas empresas citan las dificultades para encontrar trabajadores, pero también otras hablan de la necesidad abrir un tercer turno en fábricas para ser capaces de responder a la demanda.

En España, el sector del automóvil sigue siendo de lejos el que más robots instala, aunque su cuota está bajando ante el empuje del metal y la alimentación. De hecho, vuelve a recuperar el 10º puesto en cuanto a instalación de robots a pesar de estar aún lejos del récord del año 2018.

En España se está intentando trasplantar el concepto de la Gran Renuncia americana, aunque no tenga nada que ver. Cierto es que hay ciertos sectores que hablan de problemas para contratar gente, pero la casuística es muy diferente a la de EEUU. Aunque tengo que decir que he visto últimamente de muy primera mano cómo algunas empresas están viendo cómo sus empleados se van buscan condiciones más flexibles aunque creo que es difícil hablar de tendencia.

En todo caso, se lleva anticipando mucho tiempo que la automatización con robots iba ahora a empezar por los trabajos más manuales y repetitivos en diferentes sectores. Pues ya está aquí, y quizá en el futuro llamemos a esta Gran Renuncia cómo la Gran Sustitución de mano de obra humana por robótica.

@resbla

PD: La semana pasada no llegué a publicar un post, pero eso no significa que no hubiera technobits. Hablamos del proyecto Titan de Apple. Lo dejo aquí por si quieres escucharlo

https://resbla.com/wp-content/uploads/2021/11/titan.mp3?_=4
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