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Legal Hacking (XIII)

Casi a un post anual, a este ritmo de crucero sigue este Manual para Disruptores. En ese (fluido) esquema que tengo en la cabeza sobre cómo quería llevar esta serie de artículos, probablemente este sobre Legal Hacking habría ido un poco más atrás (al ritmo actual probablemente sería para el 2030 o así), pero la realidad manda, y esta semana hemos estado todos liados leyendo sobre Uber a través de los Uber Files.

Más allá de lo que opinemos sobre lo que ha hecho Uber, lo cierto es que será durante mucho tiempo un caso de estudio sobre el Legal Hacking y el tipo de cosas que se pueden englobar en ese concepto. Con este post, dejamos atrás la parte del Manual en la que hemos estado hablando de tipos de disrupción (no prometo no volver con alguna otra) y empezamos con la de tácticas que nos pueden ayudar a conseguir esas disrupciones.

Pero antes de empezar, ¿qué es legal hacking? La respuesta sencilla, «hackear» el sistema legal. Y basándonos en la definición de hacker, podríamos decir que es solucionar obstáculos o problemas utilizando la tecnología en maneras no estándares, en este caso, esos obstáculos o problemas están relacionados con la legislación (o su ausencia), burocracia, o en general el sistema legal.

Existe una organización global que se llama Legal Hackers. que de hecho tiene un capítulo en Madrid, que se define así: Legal Hackers es un movimiento global de abogados, legisladores, tecnólogos y académicos que exploran y desarrollan soluciones creativas a algunos de los problemas más apremiantes en la intersección del derecho y la tecnología.

Pero siguiendo con la analogía, podríamos hablar de hackeos blancos o negros. Los blancos son aquellos que lo hacen de forma ética intentando no aprovecharse de la situación y ayudar a mejorar el bien común. Mientras que los negros, además de saltarse las leyes de forma habitual (los blancos hay ocasiones en las que también), lo hacen puramente por beneficiarse personalmente del hackeo.

Claro, aquí entramos en el resbaladizo mundo de la moral. Qué es bueno y qué es malo. Y ya se sabe que la moral es cómo los culos, la moral de cada uno es siempre un poco diferente a la de al lado, aunque vivan en la misma sociedad y cultura. Así que lo que para una persona es algo perfectamente aceptable, para la que está al lado será un pecado mortal.

En el hacking legal pasa esto. Para empezar, sobre todo para muchos legalistas, cualquier acción por muy bien intencionada que sea que signifique saltarse la Ley será moralmente inaceptable. Pero después, a medida que la moral de una sociedad también cambia, cosas que antes eran inaceptables pasan a normal muy rápidamente.

Así que cuando hablamos de disrupción, acordaros de la definición que dimos, y legal hacking, estaremos siempre en una zona eminentemente gris, en la que estamos intentando cambiar de forma radical una industria, algunas veces para generar riqueza o mejorar el bienestar de la sociedad, pero siempre para beneficio propio de la startup utilizando esta táctica. ¿Moral? Pues cómo siempre, depende…

Por si fuera poco, todo esto se complica por cómo los sistemas legales de los países consideran nuevas actividades muchas veces nacidas alrededor de una nueva aplicación de la tecnología, y que por lo tanto, no está regulado. En general, en EEUU las actividades no reguladas se podría decir que están «bajo observación». No son ilegales, se espera que la industria naciente llegue a una especie de autoregulación, y luego se procede a la regulación en base a lo aprendido en esa fase. En Europa sin embargo, se asume que lo no regulado es ilegal por definición. No es de extrañar, que las startups que más utilizado esta táctica sean americanas, y que cuando salta a este lado del Atlántico entren cómo un elefante en una cacharrería.

Cómo os decía, probablemente la empresa que de forma más decidida y descarada ha utilizado el legal hacking ha sido Uber. Pero podríamos coger todas las startups de eso mal llamado economía colaborativa (airbnb, deliveroo, etc). Dicho esto, también hay ejemplos que a priori podríamos considerar «blancos», muchas startups han nacido y crecido con el propósito de ayudar a disidentes o personas que viven en regímenes autoritarios a proteger sus comunicaciones, pensad en Telegram por ejemplo.

Pero volvamos a Uber. Hace 5 años ya escribimos sobre la cultura tóxica dentro de Uber, así que nos sorprende poco lo que se ha podido leer en los Uber files. De hecho, la gran parte de lo que se ha publicado ya era público, pero es bastante impactante verlo todo así de golpe. Así que vaya por delante que vamos a utilizar el caso Uber para explicar esto del legal hacking por la amplitud y variedad de herramientas que han utilizado, no porque pensemos que está bien.

Vamos a hacer una breve lista de herramientas o mini-tácticas que se pueden englobar dentro del legal hacking:

-La primera, y más importante, es encontrar un mercado con zonas grises desde un punto de vista legal, y que la tecnología pueda permitir explotar. Hace muchos años, más de los que quiero reconocer, pero basta decir que fue el siglo pasado, visitando a unos amigos en Nueva York, me enseñaron algo que aquí en España era impensable. Cómo había mucho uso de limusinas en Manhattan, pero muy poco sitio dónde aparcar, una vez los usuarios originales de la limusina llegaban al restaurante o discoteca dónde iban a pasar la noche, los conductores de esa limusina se ponían a dar vueltas a la ciudad hasta que tenían que volver a recoger a sus usuarios originales. Ni que decir tiene, que se estableció un «mercado secundario» de limusinas. Mis amigos me enseñaron que era más fácil parar una limusina vacía para que te llevara un sábado por la noche a cualquier sitio en Nueva York que coger un taxi. Esto fue la base de Uber inicialmente. Por lo que parece, pasaba algo similar en San Francisco, así que Uber nació para ayudar a contratar a estas limusinas que estaban ociosas y compartir el trayecto entre varias personas (que podían no conocerse). Cuando esto fue escalando y hubo conductores que ya querían hacer de Uber su principal negocio, Uber empezó a explorar las zonas grises de la gestión de las licencias de taxi en EEUU.

-Es importante estar por «debajo del radar» de las autoridades lo más posible mientras generas una base de usuarios grande y contenta. Nada de grandes anuncios, marketing de guerrilla, boca a boca y si eres un marketplace, hacer ganar dinero fácil a una parte y ahorrarse dinero a la otra.

-En ese esfuerzo para estar por debajo del radar, a veces se pueden utilizar herramientas tecnológicas que te ayuden a ello. En el caso de Uber, utilizaron una herramienta desarrollada en la casa llamada Greyball. Con esta herramienta, conseguían hacer que determinadas personas vieran una versión diferente de Uber. Por ejemplo, si en una ciudad Uber no podía operar en el aeropuerto, lo que vería un usuario (un político local, un policía…) afectado por Greyball es que ningún coche de Uber llegaría al aeropuerto cuando en realidad sí que lo estaban haciendo. Más adelante, Uber también diseñó un sistema (killswitch) por el que si alguna de sus oficinas era objeto de registro por parte de las autoridades locales, en menos de 10 minutos conseguían cortar el acceso desde esa oficina a todos los documentos de la empresa… ventajas del cloud.

-Una de las claves del legal hacking es que cuando las cosas se pongan feas tengas unos usuarios que sean fans para que sean tus defensores. Una vez las autoridades empiecen a mirar el tema, y quieran regularlo, ponerle impuestos o limitarlo, los usuarios serán los que salgan en tu defensa. Y los usuarios son votos. Además, es importante posicionar al status quo existente cómo algo casposo, antiguo, lleno de rentistas y monopolistas. Si consigues eso, la batalla será más fácil.

-Y para esa batalla necesitas abogados, un montón de abogados. Y no son baratos, así que es necesario que te pille con la caja llena, por tus inversores o porque tu negocio ya es grande.

-Pero si los abogados son caros, más caros son aún los lobistas. No tenemos información del presupuesto en abogados de Uber, pero sí (es obligatorio declararlo en EEUU) del presupuesto que se gastaba Uber en lobby al gobierno federal en EEUU (ojo, esto no cubre lo que se gastaban localmente o estatalmente, ni por supuesto, fuera de EEUU).

-Hablábamos antes de lo importante que es poner a la gente de tu parte y de construir una imagen de que tú estás en una cruzada para mejorar el mundo. En el caso de Uber fue subirse al carro de la economía colaborativa. Pero hay muchos temas dónde elegir… hay que posicionarse desde el principio como una empresa con propósito (en inglés queda mejor, purpose)

Pero algo importantísimo en lo que no todo el mundo cae, es que la victoria en esta batalla del legal hacking no es que te dejen en paz, sino que te regulen. Si lo has hecho bien hasta aquí, te empezarán a regular, pero no a prohibir. Y si te regulan, lo que está pasando es que de facto se están generando barreras de entrada a otros competidores.

Por no hablar sólo de Uber, veamos lo que ha pasado en España con Airbnb. La regulación que ha surgido en muchas ciudades y CCAA sobre los alquileres turísticos ha sido muy restrictiva. Tan restrictiva que en muchos casos ya no hay hueco para más… ¿y quién estaba ya antes? Por supuesto, AirBnb que se ha quedado cómo monopolio de facto en ese mercado. Algo parecido ha pasado con los vehículos de turismo con conductor (VTC), ¿pensáis que les saldrán nuevos competidores a las existentes?

Cómo decíamos al principio, no escribimos esto para justificar ni censurar el legal hacking. Es una táctica que está ahí fuera, que es posible con los recursos adecuados, y que ha demostrado que puede ser disruptiva. Eso sí, si la vas a utilizar en tu startup, vas a necesitar mucho dinero así que ten a los inversores adecuados. Uber ha levantado más de 25000 millones….

@resbla

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Llegan los sindicatos a Spotify

Llevamos unas semanas muy pendientes de lo que pasaba con el intento de crear un sindicato en uno de los almacenes de Amazon. También con todas las sentencias en diferentes países sobre los trabajadores de plataformas como Uber, Glovo o Deliveroo, también muchas veces con los sindicatos como protagonistas.

Pero las plataformas de música están también viendo cómo nacen sindicatos que participan de una guerra cada vez menos soterrada entre ellas.

De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2021/04/sindicato-spotify.mp3?_=1

 

Recientemente, lo que empezó cómo discusiones en zooms y foros, se convirtió en un sindicato. El Union of Musicians and Allied Workers ha ido sumando miembros y ha ido aumentando su perfil en medios a través de acciones directas contra su principal objetivo, Spotify (la foto de arriba es una manifestación a sus puertas), y a través de diferentes artículos.

La principal petición de este sindicato es que Spotify suba el pago a los músicos a un centavo por canción reproducida. Ahora mismo, la cifra depende de muchos factores, pero va desde un tercio a la mitad de ese centavo. Aquí hay una calculadora que intenta estimarlo y que compara las diferentes plataformas.

En este artículo, se habla de cómo un músico que quisiera cobrar el sueldo mínimo en EEUU necesitaría que sus canciones se escucharan 650000 veces al mes.

Pero el problema no es sólo es. Hay muchas quejas en cuanto a las plataformas sobre su falta de transparencia en cuanto a pagos, pero sobre todo, en cuanto a las recomendaciones que las plataformas hacen a sus usuarios sobre qué música escuchar, o directamente, la música que va sonando cuando los usuarios escuchan música similar a las de sus gustos.

Hay un término que se usa en la industria desde los años 30 del siglo pasado que ha vuelto a la palestra. Se trata de payola. Una práctica en algunos casos ilegal, y en otros casos al menos muy oscura, por el que se pagaba a radios para que pusieran determinadas canciones sin avisar a su audiencia de lo que en realidad era un promoción.

Este tipo de pagos también se hacían a otros eslabones de la cadena (si habéis visto Vynil sabéis de lo que hablo), y es obvio pensar que de una u otra forma, eso sigue en nuestros días con prácticas más digitales, cómo pagando a influencers para que pongan determinadas canciones en sus listas de spotify, o incluso cambiando la forma que escuchamos música.

De hecho, spotify ha ofrecido la posibilidad a los músicos el reducir sus ingresos a cambio de mayor promoción por parte de la plataforma a través de su función «discovery mode«.

Spotify sigue siendo el claro líder mundial en streaming de música, pero aún así, sigue sin dar beneficios, su principal excusa para seguir manteniendo los pagos bajos a los músicos.

De hecho, a pesar de seguir aumentando usuarios de pago, sus últimos resultados muestran un empeoramiento de los márgenes debido al aumento de la competencia en este mercado. Que por cierto, cada vez es más importante para la industria que está a punto de volver a niveles de ingresos de hace 20 años.

Pero claro, hay un «pequeño» detalle en todo esto. Las plataformas con grandes fondos de capital riesgo detrás, cómo es el caso de Spotify, casi nunca tienen cómo objetivo a corto plazo ser rentables. Sus objetivos suelen estar más relacionados con crecimiento y tamaño. Y si no, que se lo digan a Uber. Así que los músicos tienen motivos para pensar que ellos son el producto, casi un mal necesario para las plataformas de la misma manera que los conductores lo son para Uber.

No hay que olvidar que Apple y Spotify tienen una guerra abierta que va más allá de la competencia por el mercado del streaming de música. Spotify es una de las empresas más activas luchando contra la política de cobros de Apple en su app store. No sólo con denuncias ante las autoridades para la defensa de la competencia, sino también regularmente hablando y escribiendo públicamente sobre ello, cómo en este reciente artículo.

Así que es normal que Apple haya entrado al trapo hablando de que ellos pagan más a los músicos y son más transparentes que Spotify, en parte también respondiendo a una iniciativa de Sportify llamada «Loud and Clear«.

Sin embargo, la historia nos dice que en las plataformas bilaterales, de lejos, lo más importante es el efecto red. Es decir, los oferentes de productos o servicios (en este caso música) vendrán atraídos más por el número de clientes que hay al otro lado de la plataforma que por las condiciones que les ofrece. De esta manera, todas las plataformas siempre han priorizado el lado de los clientes y hacerlo crecer lo más posible sabiendo que del otro lado tragarían «carros y carretas».

Si esto sigue así, me temo que los mensajes de Apple serán irrelevantes, y para los músicos sólo les quedará la opción de seguir haciendo acciones directas que acaben por convencer a Spotify de mejorar las condiciones.

Sin embargo, quizá la verdad absoluta sobre el efecto red esté empezando a tambalearse. Cómo decía este reciente artículo, estamos llegando a un punto en el que a las grandes tecnológicas se les están acabando los «océanos azules» y cada vez se están metiendo en los de los otros para convertirlos en rojos.

De hecho, por hacer un poco de negocio-ficción, Amazon Music es el tercer jugador en este mercado en gran parte por los clientes de Amazon Prime que tienen acceso incluido en su suscripción de Prime. Seguimos con la ficción, ya que para Amazon, Amazon Music es un accesorio (en parte) para generar suscripciones de Prime, podría jugar la carta de atraer músicos con mejores condiciones que Spotify y soportar bajadas de ingresos con tal de seguir aumentando suscripciones de Prime que le reviertan en el resto del negocio.

En definitiva, que esta competencia antes no era necesaria porque había mucho mercado para cada una de las grandes en su negocio principal, pero ahora tendrán que empezar cada vez más a meterse en el del resto.

@resbla

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Los unicornios acaban el 2020 con una fiesta

Las últimas semanas del año se están convirtiendo en una fiesta en la bolsa. Si los máximos históricos del Dow Jones no fueran suficientes, las diferentes OPVs de unicornios en estas últimas semanas están siendo explosivas.

Esto está generando muchas prisas para salir a bolsa para no perder la oportunidad, pero valoraciones que se multiplican por tres en cuestión de horas no dejan de ser muy sorpresivas y quizá indiquen que estamos ante una burbuja importante.

De todo esto hablamos en este #technobits de Capital Radio con Luis Vicente Muñoz:

https://resbla.com/wp-content/uploads/2020/12/IPOs-2020.mp3?_=2

 

El año 2020 recordará a algunos el final de los años 90 y las salidas a bolsa de las .com. El COVID no ha sido obstáculo para que este año hayan salido a bolsa más unicornios que el año pasado, pero es que sobre todo, las subidas de la cotización después de la salida a bolsa ha sido espectacular.

En los últimos días ha habido dos OPVs de quitar el hipo (perdón por el chiste malo), AirBnB y DoorDash.

Empecemos por DoorDash, la líder del reparto de comida a domicilio en EEUU después de sobrepasar este año a Grubhub. Hay que recordar que Uber intentó comprar GrubHub hace unos meses, pero terminó comprando Postmates, operación que se completó hace pocas semanas.

No cabe duda de que este ha sido uno de los sectores que se ha beneficiado de la crisis del COVID, y si en Europa tuvimos ya una ronda de compras y fusiones en este sector, es probable que esto marque una nueva fase de consolidaciones.

En todo caso, si la subida de un 86% en el primer día de cotización de DoorDash es impresionante valorando la empresa en más de 60000 millones de dólares, más lo es si tenemos en cuenta que la última valoración privada fue de 15000 millones.

Algo parecido pasa con AirBnb. Ya hemos hablado aquí del impresionante esfuerzo que ha hecho la compañía para adaptarse a la nueva realidad del COVID. Sin embargo, la empresa se valoró en Abril en 18000 millones, cuando el día de su OPV llegó a valer más de 83000 millones de dólares.

Las capitalización de estas empresas frente a sus últimas valoraciones privadas llaman mucho la atención, pero que en un día prácticamente doblaran su precio de salida dice muy poco de las valoraciones que cerraron los bancos que se encargaron del proceso. Si sumáramos las diferencias entre el precio de salida y el del cierre del primer día hablaríamos de unos 4000 millones de dólares que se dejaron sus dueños (y los bancos en comisiones) en la mesa.

Esta locura no es fácil de explicar. El dinero barato, el apetito cada vez más alto por el capital riesgo incluso por parte de inversores más «institucionales» lo explican en parte. No cabe duda de que la luz al final del túnel del COVID también anima a los inversores, y que el capital riesgo funciona como una bola de nieve. Cuánto mejor le va, más dinero tienen para invertir, y más se inflan las valoraciones. De hecho, este año será el mejor año de la historia de Y Combinator, ¿y adivinen qué harán con todo ese dinero? Invertir en más startups.

También ayuda en esos precios de locura que cuando estos unicornios salen a bolsa, en realidad ponen en circulación un porcentaje muy pequeño de su capital. En el caso de AirBnB y DoorDash menos del 10% de su capital salió a bolsa la semana pasada.

Todo indica que hay hueco para que la locura siga. Así que es muy probable que muchas startups aceleren sus planes para salir a bolsa. Una de las más esperadas es Wish, que sale a bolsa hoy (en su rango máximo de valoración). Pero todo este calentón en el mercado hace que se empiece a hablar de la OPV de Coursera, o incluso, de SpaceX. Aunque en este caso, si hacemos caso a los tweets de Musk, sería Starlink quien saliera a bolsa. Según están las cosas, es probable que esto le pusiera a liderar la lista de personas más ricas del mundo.

En cambio, otras están retrasando su salida a bolsa para intentar maximizar los fondos levantados y el beneficio para los inversores. Dos de ellas son Affirm y Roblox que han anunciado que esperarán al 2021, no sólo para intentar subir el precio de salida, sino también para poner un porcentaje más alto de la compañía en circulación.

Así que el 2021 tiene pinta de que seguirá siendo territorio abonado para salidas a bolsa que sigan rompiendo récords y aumentando la población de unicornios. Pero en algún momento, llegará el momento de la realidad.

Ni AirBnb ni DoorDash son ejemplos de empresas muy rentables. Para AirBnb, el fin del COVID seguramente traiga muchas oportunidades de negocio, aunque muchísimo tendría que ser para justificar esa valoración por ingresos. Pero en cambio para DoorDash, su mejor resultado ha venido precisamente por los confinamientos. ¿Qué pasará cuando la gente no se quede tanto en casa?

No seré yo quien diga que tenemos una burbuja gigantesca de unicornios, pero parece que va a dar igual a medio plazo, todo indica que la música no va a parar y la fiesta seguirá.

@resbla

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